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viernes, 2 de octubre de 2020

ENTREVISTA REALIZADA A LA DIRECTORA DE EKIN ARGITALETXEA - EDITORIAL VASCA EKIN 




María Elena Etcheverry de Irujo, una mujer que honra al pueblo vasco, su cultura y su lengua

María Elena Etcheverry de Irujo, una mujer que honra al pueblo vasco, su cultura y su lengua

Entrevista a la doctora María Elena Etcheverry Rando de Irujo, nacida en un hogar que la impulsó a hacer realidad sus sueños. Desde muy joven observaba a su padre, quien investigaba, por ejemplo, sobre la elevada presencia factor RH negativo en población de origen vasco y sobre las particularidades y características de la comunidad vasca: su historia, cultura y lengua, el euskera. Etcheverry comenzó sus estudios de euskera tiempo después al conocer a su esposo, Don Andrés María de Irujo Ollo. El tiempo y sus nobles ideales transformaron sus intereses personales en conocimientos que necesitaba compartir: desde hace quince años ejerce la docencia y hoy preside la Eusko Kultur Etxea (Casa de la Cultura Vasca), donde dicta clases de euskera y continúa, así, con el legado de su esposo, hombre generoso y culto que siempre buscó iluminar las ideas de quienes lo rodeaban.

María Elena Etcheverry Rando de Irujo y Don Andrés María de Irujo Ollo

C. C.: ¿En qué etapa de su vida se encuentra?  

En una etapa interesante. He cumplido ochenta y dos años y no me he dado cuenta del paso del tiempo. Agradezco a Dios mi memoria y mi entusiasmo para trabajar; me permite llevar a cabo proyectos personales y profesionales en comunidad. Me he jubilado hace varios años como médica, habiéndome graduado en la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires a mis veintitrés años de edad. Siempre he tenido un gran interés por aprender el euskera, una tarea emprendida con paciencia y dedicación, aun en épocas de profesión y docencia como médica. Al terminar esa época de gran demanda, hace quince años, sentí la necesidad de transmitir mis conocimientos. Hoy en día, en la institución que presido —Eusko Kultur Etxea— dicto aproximadamente dieciocho horas semanales de euskera con intensidad y pasión.

C.C.: ¿Qué objetivos persigue la Casa de la Cultura Vasca?   

La Eusko Kultur Etxea es una institución cultural que difiere un poco de otros centros vascos que hay en el país y que trabaja en equipo para difundir los elementos identitarios del pueblo vasco, como sus mitos, leyendas, costumbres y lengua.  Dictamos, por ejemplo, clases virtuales en las que incluimos la mitología vasca. El año pasado iniciamos un taller de autores argentinos de origen vasco, que incluye el análisis de la obra y contenidos donde aparecen las características de la personalidad vasca, la persistencia, la paciencia y la constancia en los proyectos que emprende.

San Sebastián- Guipuzcoa. Crédito fotográfico Caminos Culturales

C. C.: Además de presidir esta institución, ¿tiene alguna otra responsabilidad relacionada con la difusión de la cultura vasca?

Sí, soy la responsable de la editorial vasca Ekin, fundada por mi esposo Andrés de Irujo e Isaac López Mendizábal, ambos exiliados nacionalistas vascos de la Guerra Civil Española. Contaron con la ayuda de Don Sebastián de Amorrortu, quien procedía de la emigración que hubo durante la primera década del siglo XX y tenía una empresa de artes gráficas. En ese entonces, los libros se destruían; ese genocidio cultural motivó a Andrés a contrarrestarlo. Él siempre decía: “mi trinchera son mis libros”.  La editorial ha superado ya los cien libros editados sin contar con muchos medios económicos. Yo era socia de la editorial y por eso, luego de la muerte de Andrés en 1993, continué con su obra.

C. C.: ¿Y qué contenidos publica la editorial?

Hoy tenemos dos áreas de actividad. Una, que comenzó en 2016 y contiene títulos de autores que incluyen la cultura vasca en sus obras. Son textos muy interesantes y un homenaje a la editorial de quienes, viviendo en el exterior, brindaron sus títulos. Entre ellos encontramos: Unamuno y el vascuence, de Martín de Ugalde —un trabajo muy interesante—, cinco libros de Leizaola, y El hombre prehistórico en el País Vasco, de Barandiarán. José Antonio Aguirre pudo publicar también De Guernica a Nueva York pasando por Berlín, un libro que ayudó mucho a dar a conocer la problemática vasca en el mundo. La otra es el catálogo de libros en euskera, entre los que hay uno muy curioso titulado Euskaldunak Argentina’n.

Don Andrés María de Irujo Ollo – 1978

C. C.: Volviendo a las raíces, ¿cómo es el pueblo vasco?

Es un pueblo paciente que ha sufrido mucho. No ha sido conquistador ni guerrero y es muy diferente a otros grupos humanos europeos de siglos pasados. Por ese motivo, ocupaban en Europa un espacio amplio mucho mayor al actual. En el siglo I empieza a retraerse el área de localización de su lengua, el euskera, que define al Euskal Herria o “País de los vascos”, un concepto que evolucionó hacia un plano antropológico y cultural y designa a un territorio con rasgos culturales bien definidos. Aun así, ha sido un pueblo permeable a lo nuevo: de los celtas adquirió, por ejemplo, la labor en el cultivo y pasó de ser un pueblo nómade a uno sedentario y labrador (nekasari). Otra cosa que adoptó fueron distintas técnicas para trabajar el hierro, el metal y la madera.

C. C.: ¿Puede describirnos el origen del euskera?

El euskera es un idioma preindoeuropeo cuyo origen está perdido en el paleolítico, no se le conoce parentesco con otras lenguas y persiste dentro de las originarias del continente con el mérito de haber sobrevivido a las expansiones e invasiones culturales de otros pueblos.

Don Andrés María de Irujo Ollo en su máquina de escribir

C. C.: ¿Qué valores del pueblo vasco se representan en los escudos?

Los escudos de cada territorio tienen un simbolismo determinado. Si nos centramos en el árbol de Guernica, que está en el escudo de Bizkaia, habla del ser, porque el árbol para los pueblos y culturas primigenias tenía un simbolismo particular. El pueblo vasco se reunía alrededor de un árbol para hablar de sus problemas y dictaminar sus leyes. Hay una evolución importante desde que el hombre primitivo descubre el fuego y lo lleva a su casa. “Su”, por ejemplo, es fuego en euskera y hay una expresión que destaca el hecho de reunirse alrededor del fuego, del calor, de la cocina de la casa, donde la familia comparte sus tradiciones, historia y valores, donde cultiva y preserva la lengua materna, tan propia y conservada a lo largo del tiempo.

C. C: ¿De dónde provienen los valores de la democracia vasca?

En la mitología vasca, el sol y la luna son femeninos. Hablamos de lo que genera la vida o Amalur, la Tierra Madre. El vasco se reunía alrededor del fuego cuando tenía problemas en la pequeña comunidad, su familia, y el hombre y jefe llevaba luego su voto a la reunión de juntas, alrededor del árbol, donde decidían cuestiones que se transforman en leyes. Esta es la esencia de la democracia vasca, no es vertical, sino una construcción que parte del antiguo fuego hogareño y que hoy llega a entidades como el Ayuntamientos o el Parlamento.  

San Sebastián- Guipuzcoa. Crédito fotográfico Caminos Culturales

C. C.: ¿Cómo comenzó su inquietud por estudiar euskera?

Tuve un hogar y unos padres maravillosos. Tengo ascendencia vasca por parte de padre —Baigorri (BN) y Aizarnazabal (G)— y mi madre, hija de andaluces de Vélez-Málaga, siempre me hablaba de mis abuelos vascos, aunque sin definir a qué zona pertenecían. Siempre quise conocer esa lengua y buscaba palabras en un diccionario, aunque no tenía el método para hacerlo. Con el tiempo, mi padre —el médico argentino que hizo la descripción de una mayor presencia de factor RH negativo en la población vasca— despertó aún más ese deseo. Siendo una joven de dieciséis años a punto de empezar la universidad escuchaba sobre esta característica de distribución especial del pueblo vasco. Y entonces me preguntaba, ¿qué misterio existía en esos pobladores que, además de tener una lengua isla tan particular presentaban esa disposición genética que hacía  pensar que Europa era la fuente primigenia del  RH negativo?

C. C.: ¿Existían entonces otras teorías acerca del descubrimiento genético realizado por su padre?

La investigación de mi padre coincidió con las teorías de antropólogos que hablaban del desarrollo del hombre de Cromagnon in situ; mi padre encontró una mayor frecuencia inusitada técnicamente. Algunos han dicho que era una hipótesis o teoría, pero no fue así: la mayor frecuencia de un factor es un hecho de observación concreta y real, que no quiere decir que pertenezca al pueblo vasco, pero hay pueblos que no tienen prácticamente rasgos de ese factor y son casi cien por ciento RH Positivo. Esto contribuyó a determinar que, posiblemente, el pueblo vasco era un pueblo originario de Europa desarrollado en el mismo lugar que hoy ocupa. Si bien esa ubicación —producto de retraerse para protegerse de invasiones— lo ha llevado a ambos costados del Pirineo y a cabalgar en una zona montañosa a la que no llegaban fácilmente los carros, esto no significa que estuviera aislado. El vasco pactaba con otros pueblos y tomaba elementos de ellos sin perder su característica identitaria, lengua y cultura. Esto tiene que ver con su carácter persistente, ¡nos dicen cabezas duras! También destaco que si existe una persona noble, franca y consecuente con sus valores, ese es el vasco. A eso lo lleva también su propia lengua, de características directas entre la pregunta, la respuesta y la acción.

San Sebastián- Guipuzcoa. Crédito fotográfico Caminos Culturales

C. C.: ¿Qué importancia tiene el vasco en la emigración que llegó a la Argentina?

Ha tenido épocas, en las modernas se lo vincula con las guerras carlistas en el norte y sur del Pirineo. Los cambios culturales y el modo de vida del vasco le inculcaron el deseo de ser libre y de no formar parte de las milicias porque no tenía que ver con intentos de conquistas de pueblos como el francés. Eso lo hubiera llevado a guerrear en contiendas como las de Cuba o Filipinas: a raíz de estas guerras francesas se sintió agredido y decidió emigrar. En la Argentina, un 10% de la población tiene origen vasco; en Uruguay, un 25%. Por otra parte, los cuarenta y cinco años de oscurantismo total y de actitudes sangrientas de la dictadura de Francisco Franco también fueron tiempos de emigración intelectual: esto permitió el desarrollo y la formación de los Centros Vascos. La Argentina cuenta con cien centros, superando a cualquier otro país. 

C. C.: ¿Qué siente al poder dictar ahora clases de euskera, una lengua que usted siempre valoró?    

Al principio, aprenderla fue una necesidad personal, pero luego llegó el momento de volcarla a los demás a través de la Casa de la Cultura Vasca. Creo que el hombre no solo tiene la necesidad de satisfacer necesidades básicas como la comida, el trabajo, la educación o el descanso; es terrible no poder hacerlo, pero también es importante  inclinarse hacia lo que busca el espíritu. Pienso en un hombre que no ha podido conocer a su hijo o viceversa, ese hecho siempre dominará su vida. Lo mismo ocurre con la cultura de los antepasados, lo hacemos como homenaje, anhelando captar así algo más de su historia y entender características de la personalidad de la familia que permiten decir “me gusta”.

San Sebastián- Guipuzcoa. Crédito fotográfico Caminos Culturales

C. C.: ¿Qué trabajos realiza con la Comunidad Autónoma del País Vasco?

Hay una relación dentro de la estructura de la Comunidad Autónoma del País Vasco. Gracias a Dios, existen estas estructuras y realizan un trabajo activo: hay un área del territorio de Euskal Herria que fomenta las actividades culturales, la promoción de la lengua y todo lo relacionado con la cultura del país. En otros territorios no se da esto con facilidad, pero sabemos que Euskal Herria, el país vasco, está limitado a esta comunidad. Tenemos un gran afecto por todo lo que proviene de la comunidad vasca y hay cargos de relación, una Delegación del Gobierno para Argentina y el Mercosur, y una Dirección de Relaciones de la comunidad vasca del exterior. La llamada diáspora, un pueblo disperso en el mundo que ha perdido el nexo y no tiene un territorio de origen, nunca ocurrió con el país vasco, que quedó retraído en el Pirineo pero no perdió su territorio originario.  Esa vinculación con el territorio y sus habitantes, el mirar y desear eso, hoy nos encuentra vinculados y existe un apoyo con subvenciones pequeñas pero que nos da la posibilidad de hacer lo que hacemos.

C. C.: ¿Cómo se enriqueció su vida con la compañía de un hombre maravilloso como don Andrés de Irujo Ollo?  

Andrés fue el hombre con quien desarrollé y perfeccioné mis ideales y anhelos. La diferencia de edad —nos casamos teniendo él setenta años y yo cuarenta— nos acercó mucho y vivimos años muy felices. Siempre me decía: “Nunca te dejaré”. Y cumplió. El camino recorrido a su lado me ha dado proyectos para el resto de mi vida. Y ahora me encuentro aquí con el desafío diario de entusiasmar a quienes toman las clases en el Centro.

C. C.: Si él estuviera aquí, ¿qué proyecto realizarían?

Los mismos que estoy llevando a cabo en la actualidad. Él vivió por y para dejar un legado transmitiendo la Cultura Vasca, algo que yo he continuado: es como darnos la mano día a día y continuar enriqueciéndome de una manera increíble. Pienso que el trabajo que se brinda para los otros nos hace sentir cómodos con nosotros mismos, más plenos, vivos y comprensivos de las particularidades de los demás.

Patricia Ortiz
Corrección: Ailen Hernández
Crédito fotográfico: Casa de la Cultura Vasca y Caminos Culturales 


Fuente :

https://www.caminosculturales.com.ar/maria-elena-etcheverry-rando-de-irujo-una-mujer-que-honra-al-pueblo-vasco-su-cultura-y-su-lengua/?fbclid=IwAR2tHUzakrYjGuk-dqN6vXhd_uxu0BmyPV0Xk5Jb-ZhCaacSq5Ave7HIJts 

sábado, 12 de septiembre de 2020

Berria

Euskarazko 'avisua' Uruguain

Ion Orzaiz

 Ion Orzaiz

Amerikan euskaraz argitaratutako izkriburik zaharrena aurkitu dute Renoko Basque Studies Center-eko bi ikerlarik. Montevideoko egunkari batean azaldu zen, 1842an.

Montevideoko setioaren margolan bat.

Republica guçia harmetan causicen delacots eta nola hemengo semiac oro cerbiçurat galdeginac bactira, penarequin ichusten dugu badela ainhits orai artean casuric egin estutenac». Ortografia arkaikoa gorabehera, aise uler daiteke Jose Antuña Montevideoko poliziaburuak sinatutako testua. Le Messager Français egunkariaren lehen orrialdean azaldu zen oharra, 1842ko irailaren 4an. Amerikan euskara hutsean argitaratutako albiste zaharrena da orain arte katalogatuta daudenen artean, eta Uruguaiko Agiritegi Nazionalean daukate gordea.

Nevadako Unibertsitateko (Reno, AEB) Center for Basque Studies-eko Xabier Irujo eta Alberto Irigoien ikerlariek egin dute aurkikuntza, eta urteetan eginiko inurri lanaren fruitua da: «Hogei bat urte daramatzagu Amerikan argitaratutako euskarazko idazkiak aztertzen», azaldu du Irujok.

Horretarako, oinarritzat hartu dute Adriana Patron ikerlariak eta Irigoienek berak sortutako Euskal Diasporaren Hemeroteka: «Ameriketan idatzitako euskal prentsaren bilduma digitala da. 1877. eta 1977. urteen artean agertutako guztia jasotzen du. Irigoienek eta Patronek digitalizatu zituzten dokumentu guztiak (350.000 inguru), eta kontinente osoko artxibategiak arakatu zituzten horretarako». Horri esker izan dute Montevideoko Le Messager Français egunkarian agertutako idazkiaren berri.

Montevideoko setioa

Gatazka betean argitaratu zuten Antuña poliziaburuaren euskarazko oharra: Fructuoso Riveraren Colorados edo gorrien eta Manuel Oriberen Blancos edo zurien arteko Gerra Handiaren erdian (1839-1851). Zurien erasoa espero zuten hiriburuan, eta horretarako prestatzen ari ziren: besteak beste, armadan sartzeko deia egin zieten gizonezko guztiei. Atzerritarrak ziren salbuetsita zeuden bakarrak.

Egoera horretan, soldadutzari uko egiten zion herritar oro atxilotzeko agindua eman zuen Montevideoko poliziaburuak, eta, hain zuzen, atzerritarrak atxilotze horietatik libratze aldera argitaratu zituen hainbat ohar, estranyer horien jatorrizko hizkuntzetan: «Poliziaco chefac [buruzagiak] ordenatcen du egutetic hasiric estranyer guciec beren nacionaco cocarda [ikurra] ibil deçaten, guisa hortan ecaguciaatic nor diren herrico semiac eta nor es». Irakur daiteke euskarazko bertsioan.

Idazkerari erreparatuta, Antuña buruzagiaren mezua Ipar Euskal Herriko euskaldun batek itzuli zuela ondorioztatu dute Nevadako Unibertsitateko ikerlariek. «Adierazgarria da, besteak beste, poliziaburua izendatzeko chefa hitza aukeratu zutela, edota ainhits eta estranyer formak erabili zituztela. Hortaz, litekeena da hori idatzi zuena Iparraldekoa izatea», azaldu du Irujok.

Izan ere, garai hartan, giza talde handia osatzen zuten euskaldunek Montevideon eta horietatik, gehienak Ipar Euskal Herritik joandakoak ziren. «XIX. mendeko lehen hamarkadetan, Uruguaiko euskaldun gehienak Iparraldeko etorkinak ziren; hala ere, 1839tik aurrera, nabarmen handitu zen Hegoaldeko erbesteratuen eta migratzaileen kopurua ere».

Uruguaiko Gerra Handian, esaterako, lubakiaren bi aldeetan borrokatu ziren euskaldunak: Donibane Garaziko Juan Bautista Brie de Laustan izendatu zuen gobernuak Chasseurs Basques izeneko euskal batailoiaren buru. Bestalde, Oriberen aldean ere izan zuten euskal soldaduen unitate propio bat: Santurtziko (Bizkaia) Ramon Bernardo Artagabeitiak gidatutako Oribe Boluntarioen Batailoia. Irujoren esanetan, «karlista ohiak» ziren soldadu horietako asko, eta Oribe Erri zuen izena euren kanpalekuak.

Argitalpen gehiago

Montevideoko Le Messager Français egunkarian argitaratutakoa ez zen izan euskaraz emandako albiste bakarra. 1843an, esaterako, euskaldunak borrokara «erakartzeko» abisua argitaratu zuten Le Patriote Française berripaperean. Hiriaren defentsara batuz gero «lursailak eta abereak» emanen zizkietela promes egin zieten iragarki hartan. Bestalde, euskaraz hitz egiten zekiten beharginen iragarkiak ere usu argitaratu ziren hamarkada horretako egunkarietan.

«Idazki horiek guztiek erakusten digute Uruguain euskaldun talde handi bat bizi zela, eta pertsona horiek euskaraz bizi zirela beren egunerokoan. Hori da ondorio garrantzitsuena», nabarmendu du Irujok.

Orain azaleratutako argitalpenak are ageriago utzi du errealitate hori, baina, Renoko Basque Studies Centerreko adituen aburuz, asko dago oraindik ikertu gabe: «Hori da, oraingoz, ezagutzen dugun dokumenturik zaharrena, baina ez dakigu zer aurkitu dezakegun etorkizunean».

https://www.berria.eus/paperekoa/1872/035/001/2020-09-11/euskarazko-avisua-uruguain.htm

lunes, 27 de abril de 2020

EL REFUGIO DE ANDRA MARI DE GERNIKA




Por Xabier Irujo

Fueron 450 las personas que fallecieron bajo los escombros en el refugio de Andra Mari durante el bombardeo de Gernika, por mucho que fuentes del régimen franquista limitaran las víctimas a 45
La pronta utilización en Otxandio de la aviación como arma de terror por parte de Ángel Salas Larrazabal, el 22 de julio de 1936, motivó que tras su constitución en octubre de 1936 el Gobierno vasco decretara la construcción de refugios antiaéreos en todas las poblaciones vascas, aunque muchas de ellas, como la propia Gernika, no tuvieran ningún interés militar o estratégico.
José Labauria, alcalde de Gernika, confirmó que se construyeron seis refugios municipales y que existían muchos otros privados. Otros seis refugios estaban en vías de construcción en abril de 1937. Tal como afirmó Castor Uriarte, arquitecto municipal de Gernika y responsable de la construcción de los refugios públicos, dotado de dos entradas por Artekale y Barrenkale, el refugio de Andra Mari tenía cuarenta metros de largo y era tan ancho como la propia calle, que podemos estimar en un mínimo de 3,65 metros, de modo que el dicho refugio tenía un área total de al menos 146 metros cuadrados. Como en otros refugios, los troncos de pino utilizados como pilares eran de 2,5 metros de altura y unos 35 centímetros de diámetro. Las vigas eran del mismo diámetro. Uriarte ordenó construir unas traviesas de pino, que apoyadas en los gruesos muros de piedra de las fachadas opuestas de la calle de Andra Mari, sustentarían el techo de dicho refugio consistente en cinco placas de acero de cinco milímetros cada una y, sobre estas, dos capas de sacos de arena.
Pero las planchas de metal no llegaron a tiempo, por lo que el 26 de abril la única protección que el refugio de Andra Mari ofrecía era la de la techumbre de sacos terreros.
  
Tal como expresó Labauria, quien ordenó la construcción de dicho refugio, este tenía capacidad para albergar a 450 personas. Era posiblemente el mayor de los refugios de la villa. Sebastián Uria, uno de los pocos supervivientes de dicho refugio, afirmó que “[el refugio de Andra Mari] estaba abarrotado de gente. Estaban de pie, como sardinas en lata”. Esto mismo testificaron Juan Ibai y Uxua Makazaga, quienes buscaron refugio en Andra Mari pero, al no poder entrar por la cantidad de gente que allí había, tuvieron que dirigirse a otro refugio.
Teniendo en cuenta que se trató de un bombardeo de terror cuyo objetivo era provocar el mayor grado de destrucción, el núcleo urbano de la villa y no el polígono industrial fue la única zona castigada por las bombas. Durante el bombardeo cayeron directamente sobre el refugio de Andra Mari al menos dos bombas de 250 kilogramos Aparte de estos dos impactos directos cayeron sobre el núcleo urbano de Gernika hasta un total de 41 toneladas de bombas destructoras de 50 kilogramos e incendiarias.
La velocidad de crucero de los Junker Ju52 era de unos 190 km/h, de modo que, volando a 800 metros, los bombarderos tuvieron que soltar su carga 674 metros antes de llegar al núcleo urbano. Las bombas de 250 kilogramos tardarían unos 14 segundos en impactar y lo harían a una velocidad de 450 kilómetros por hora. A esa velocidad estas bombas eran capaces de horadar hasta seis plantas en un edificio antiguo con estructura interior de madera, “penetrando en los edificios como cuchillos”. En calles estrechas el efecto de las bombas era aún mayor debido a la presión del aire expelido por la deflagración razón por la que los refugios construidos en los sótanos quedaban a menudo enterrados bajo los escombros. Además, tenían espoleta de efecto retardado, utilizadas preferentemente para bombardeos a baja altura como el de aquel día. La idea era activar un efecto retardado de uno o dos segundos a fin de dar tiempo a la bomba a explotar una vez hubiera atravesado totalmente un edificio de tres plantas. Al explotar a nivel de suelo, el efecto destructivo de la explosión en el conjunto de la edificación era mucho mayor.
ENTERRADOS VIVOS. Como resultado de la deflagración, la techumbre de sacos así como la estructura de madera que la sustentaba se derrumbó sobre las víctimas desde una altura de tres pisos. Junto con todo este material, también se derrumbó sobre estas personas parte de las fachadas a ambos lados de la calle. Aquellos que sobrevivieron a la detonación y al derrumbamiento del refugio, fueron enterrados vivos bajos miles de kilos de escombros. A un mismo tiempo, el fuego provocado por las bombas incendiarias fue progresivamente avanzando sobre las ruinas del refugio, matando a los supervivientes por asfixia o incinerándolos vivos, bajo tierra. Labauria, que estuvo sobre el refugio procurando rescatar a personas con vida, afirmó sin ambages que “los que estaban en el refugio situado entre Artekale y Barrenkale (cabían en él unas 450 personas) fueron muertos todos, a consecuencia de una bomba que cayó en la carnicería Ribera y derribó el edificio a cuyo costado estaba adosado el refugio, desplomándose este sobre los allí refugiados”. Joxe Iturria, que también estuvo sobre dicho refugio procurando salvar a los supervivientes, afirmó asimismo que allí murieron unas 500 personas, todos los que quedaron enterrados bajo las ruinas.
Mercedes Irala describió el trabajo de los gudaris y voluntarios sobre las ruinas del refugio y los gudaris Joseba Elosegi y Sabin Apraiz confirmaron que el fuego se extendió antes de que pudiesen terminar de desescombrar, cuando aún se oían gritos provenientes de entre las ruinas en diversas partes del centro urbano. El testimonio de Federico Iraeta es desgarrador: “Entonces empecé a mirar por todos los refugios donde aún se oía a la gente y se sabía que seguían vivos. Fui al refugio de Andra Mari y comencé a buscar entre los escombros. Entonces vi que algo que se movía. Eran unas piernas humanas. Parecían las piernas de una niña. El resto del cuerpo quedó atrapado bajo enormes montones de piedra y ladrillo. Era imposible hacer nada. Cuando me di cuenta de todo esto, me di la vuelta y eché a correr. No podía seguir la búsqueda. No podía soportarlo más. No comí ni dormí durante tres días”.
Los gudaris José Ramón Urtiaga y Kaxtor Amunarriz así como Carmen Zabaljauregi y Francisca Arriaga confirmaron que aún al día siguiente no se había podido desescombrar el refugio de Andra Mari, ni por tanto rescatar a los supervivientes y que aún era posible oír los gritos de las personas enterradas bajo los escombros. Según el testimonio de María Medinabeitia, cuya madre murió en el refugio de Andra Mari sin que su cuerpo fuera nunca recuperado, en dicho refugio perdieron la vida todos excepto un niño.
No obstante todo esto, se ha repetido hasta la saciedad que en el refugio de Andra Mari perdieron la vida 45 personas. La razón de este número se encuentra en el testimonio de Jesús María Obieta, del 13 de julio de 1937, incluido en el Informe Herrán, quien afirmó que “en un refugio sin nombre se encontraron 45 cadáveres”. Esto no significa que perdiesen la vida 45 personas, sino que fueron rescatados 45 cuerpos sin vida. Obieta no se refiere al refugio de Andra Mari, que era uno de los pocos refugios con nombre, sino, obviamente, a otro refugio, uno que no tenía nombre. Por último, es preciso tener en cuenta que el Informe Herrán es un panfleto propagandístico del régimen franquista, publicado únicamente en inglés para ser distribuido en el Reino Unido en el cual se concluye que la destrucción de Gernika se debió a la tea incendiaria de los gudaris en retirada.
TRADUCCIÓN EQUÍVOCA. Más concretamente, el origen de la confusión parte de una traducción equívoca de Jesús Salas. En las tres ediciones de su libro sobre el bombardeo de Gernika este autor traduce el original inglés de la página 24 del referido panfleto de 1937 que literalmente dice “in a certain unnamed shelter were found forty-five dead persons” como “en un refugio sin terminar se encontraron 45 muertos” (página 196 de la edición de su obra de 1987). Una forma ciertamente sutil de mentir. Salas era perfectamente consciente de que traduciendo “sin nombre” por “sin terminar” induciría al lector a identificar este refugio con el de Andra Mari ya que, si bien no era el único refugio sin terminar en abril de 1937, era el mayor de todos y al cual todos hacían referencia como inacabado. Y así ha sido: numerosos autores han manifestado, sin ser conscientes de todo lo anterior que “en Andra Mari murieron 45 personas”.
Para más inri, en abierta contradicción con el testimonio de Obieta, que repito está incluido en el propio Informe Herrán de 1937, este opúsculo documenta en las páginas 51 a 54 la recuperación de tan sólo 22 cuerpos sin vida del refugio de Andra Mari, de los cuales sólo cinco pudieron ser identificados y sabemos que uno de ellos, Felipe Bastarretxea, no murió en Andra Mari.
Al margen de la naturaleza, falta de coherencia y dudosa credibilidad del Informe Herrán, afirmar que en dicho refugio perdieron la vida 45 personas es totalmente irracional. Significaría afirmar que la inmensa mayoría de las personas de un refugio que tenía por única protección una techumbre hecha de vigas de madera y sacos de arena, que sufrió el impacto directo de dos bombas de 250 kilogramos y muchas otras de 50 kilogramos sobrevivió al estallido. Significaría, asimismo, aceptar que sobrevivieron también al subsecuente derrumbamiento del techo de dicho refugio y de parte de las fachadas de los edificios de alrededor, que se desplomaron sobre dichas personas. Y, finalmente, significaría, asimismo, que, tras haber sido enterradas, sobrevivieron al fuego que devoró las ruinas y, fundamentalmente, que lograron salir de debajo de las ruinas con vida sin que el escombro fuese retirado al menos hasta meses después de aquel 26 de abril.
Desde un punto de vista historiográfico es incorrecto manipular las fuentes históricas. Asimismo, es sumamente impropio omitir testimonios, adulterar traducciones, utilizar fuentes de patente ideología falangista sin contrastarlas debidamente y, fundamentalmente, descalificar sin motivo ni razonamiento científico alguno a los testigos presenciales que como José Labauria, Joxe Iturria y María Medinabeitia testificaron que allí murieron más de 450 personas.
Reducir de este modo tan prosaico el cómputo de víctimas mortales con el fin de desfigurar la naturaleza y reducir la dimensión material del bombardeo de Gernika trasciende con mucho el terreno de lo historiográfico: es éticamente reprobable.

Fuente :https://ianasagasti.blogs.com/mi_blog/2016/06/el-refugio-de-andra-mari-de-gernika.html

GERNIKA EL DÍA DESPUÉS, 27 DE ABRIL DE 1937

Por Xabier Irujo
Los reporteros internacionales George Steer, Mathieu Corman y Noel Monks volvieron a Gernika un día después del bombardeo para comprobar el horror del ataque fascista
"Esa noche me senté fuera y podía ver toda la villa de Gernika y los fuegos que cada vez eran más grandes. Mi padre estaba sentado en la campa que había sobre la casa, observando el fuego. Me senté a su lado. Vimos las llamas crecer constantemente, ascendiendo hacia el cielo. Pero mi padre no dijo nada hasta que la luna empezó a salir por detrás de los montes. Hoy la luna será roja, dijo. Miré a la luna y después me detuve de nuevo observando los fuegos. Estuvimos sentados allí durante mucho tiempo y éste es uno de los últimos recuerdos que tengo de él. Murió dos meses después. Los fuegos todavía ardían cuando nos acostamos. Y la luna estaba roja".
Así recordaba Pedro Gezuraga aquella noche.
La mañana del 27 de abril, mientras desayunaban en el Hotel Carlton, los reporteros internacionales que habían estado en Gernika escuchaban Radio Sevilla. Para su sorpresa, desde Burgos y también desde Roma y Berlín se negó que Gernika había sido bombardeada. Y, recordaba Noel Monks, "luego cayó la última gota, ésta para mí. Estábamos sentados alrededor de una radio en la sede de la presidencia escuchando al general Queipo de Llano haciendo una de sus viles referencias a las mujeres de Madrid, diciéndoles, en detalle, lo que podían esperar de los moros. De pronto pasó a Gernika. "Ese señor Monks", dijo con voz ronca, "no creo lo que ha escrito de Gernika. Todo el tiempo que estuvo con nuestras fuerzas estaba borracho".
Los reporteros no le dieron importancia, pero a los pocos minutos Monks recibió una llamada de Londres. Era el director del Daily Express, Lord Beaverbrook: "Queipo de Llano dice que los rojos dinamitaron Gernika en su retirada. Por favor, verificar lo más pronto posible. Por favor, ¡verificar! Aquello sentó como una bomba. Nos trataron de desacreditar como mentirosos", escribió Monks.
Y los tres reporteros, George Steer, Mathieu Corman y Noel Monks volvieron a Gernika al amanecer. La villa estaba gris y nublada y los focos de fuego humeante aún ardían. Tardarían tres días en ser sofocados. Monks había sido reportero en la Guerra de Abisinia, pero lo que vio aquella mañana sombría le impactó para el resto de su vida. Cadáveres mutilados y desgarrados, algunos quemados, otros acribillados por las balas, Gernika estaba impregnada de un terrible olor a carne calcinada. "Un espectáculo que me acosó durante semanas –escribiría posteriormente– fue el de los cuerpos carbonizados de cincuenta mujeres y niños amontonados en lo que había sido el sótano de una casa".
Tal como señaló el gudari Juan Sistiaga, aquella mañana, lo más duro para la gente era no saber si sus familiares estaban vivos o muertos, y vagaban en silencio, buscándolos entre las ruinas de lo que habían sido sus hogares, mientras trataban de digerir la angustia y el temor de encontrarlos muertos. Muchos nunca los encontrarían, ni tan siquiera sus cuerpos. Algunos, como Federico Iraeta, no pudieron dormir. "Busqué entre los cadáveres que estaban fuera de la villa y que todavía no habían sido retirados. Había muchos. Algunos estaban tumbados boca arriba, con los ojos abiertos; les di la vuelta para que no se vieran tan horribles. Ni mi esposa ni mi hijo estaban entre ellos. Entonces empecé a mirar por todos los refugios donde aún se oía a la gente y se sabía que seguían vivos. Fui al refugio de Andra Mari y comencé a buscar entre los escombros. Entonces vi algo que se movía. Eran unas piernas humanas. Parecían las piernas de una niña. El resto del cuerpo había quedado atrapado bajo enormes montones de piedra y ladrillo. Era imposible hacer nada. Cuando me di cuenta de todo esto, me di la vuelta y eché a correr. No podía seguir la búsqueda. No podía soportarlo más". Cuando Carmen Zabaljauregi pasaba por delante de lo que había sido el restaurante Iruña, se detuvo. En medio del silencio que reinaba en Gernika, "pudimos oír unos gemidos que procedían de un edificio en ruinas. Todavía había gente viva allí. Aquello era horrible, peor aún que el propio bombardeo". Francisca Arriaga también recordaba que "oía los gritos que provenían de los refugios. Todavía había algunas personas con vida, bajo los escombros. Había montañas de material sobre ellos. Habría sido imposible sacarlos. Preferiría morir que vivir ese horror una vez más".
Los gudaris, tratando de rescatar a las personas que habían sido enterradas con vida y recuperando los cuerpos o los fragmentos de cuerpos de las que habían muerto, estaban rodeados de los familiares de estas personas que los apremiaban, gimiendo, llorando, rogando. Habiendo trabajado toda la noche, tenían los nervios destrozados y a algunos se les habían desgarrado las uñas o quemado las palmas de las manos; y Monks los vio llorar de impotencia. Uno de ellos era Sabin Apraiz. "Fui al refugio de la calle Andra Mari que se encontraba totalmente cubierto por los escombros. El fuego ardía muy cerca, pero la gente se esforzaba desesperadamente por sacar a los que estaban atrapados. Me uní a los que trabajaban, pero era desesperante. Oíamos a la gente bajo los escombros, los cuales nos llamaban y gemían, y trabajábamos todo lo que podíamos. Pero había demasiados restos sobre ellos y el fuego se aproximaba. Al final tuvimos que abandonarlos". Murieron cocidos bajo las ruinas, en una total oscuridad. Habían transcurrido más de doce horas desde que el último avión abandonó Gernika.
Frente al humeante hospital del Asilo Calzada se habían alineado los cuerpos de 42 gudaris y diez enfermeras. "No tuvieron oportunidad alguna", escribió Monks. Andresa Idoiaga buscaba a su hermano. Fue al hospital pero no estaba allí. Buscó "entre los cadáveres esparcidos por toda la villa", pero muchos de ellos habían sido recogidos y trasladados al cementerio. Andresa Zumeta vio las "filas de cuerpos alineados allí. Algunos eran fáciles de identificar, pero otros no. Recuerdo a una mujer alta de Arra-tzu a quien había conocido muy bien. Al principio pensé que llevaba guantes. Pero el color púrpura se debía a que había muerto por asfixia". Más tarde esa mañana alguien le dijo a la suegra de Idoiaga que habían visto a su yerno entre los muertos. "Entonces, ella sola, fue a su casa, tomó un carro y fue al cementerio. Lo trajo a nuestro pueblo y lo enterramos allí".
Por efecto de las explosiones, gran parte de la metralla, cascotes y restos humanos habían sido expulsados con fuerza hacia arriba, por lo que partes de estos cuerpos colgaban de los árboles u otras zonas altas de las estrechas calles del centro urbano y de las ramas de los árboles; otros fragmentos se habían adherido a las paredes o simplemente yacían esparcidos por el suelo. El padre Pedro Mentxaka recordaba que "las tejas, los restos de vigas humeantes mezclados con miembros de cuerpos destrozados (2.000 personas) formaban un cuadro que superaba el infierno de Dante". Se ordenó recoger los restos humanos, con cestos, y quemarlos en la plaza de San Juan Ibarra, que ofrecía un aspecto macabro.
Los caminos estuvieron durante todo el día ocupados por largas colas de refugiados que llevaban consigo las pocas pertenencias que habían podido salvar de las llamas. Iban en dirección a Bilbao, algunos de ellos con la esperanza de reencontrarse allí con sus seres queridos. Muchos de ellos serían ametrallados por los aviones de caza durante el camino. Felisa Urgane era una de estas personas. Tenía cuatro hijas. Cuando abandonaba Gernika con tres de sus hijas se oyeron algunos disparos "y un gudari se ofreció a ayudarme llevando a mi hija menor al otro lado de la calle. Mientras cruzaban, fueron ametrallados y ella recibió un balazo en la pierna. Sangraba profusamente. La tomé en mis brazos y traté de consolarla hasta que trajeron una camilla. Se la llevaron y procuré seguirlos, pero las calles estaban llenas de obstáculos. No podía mantener el ritmo y en la confusión perdí a una de las chicas. Estaba fuera de mí. Quería seguir con mi hija herida, pero también quería encontrar a la que se había perdido. La busqué desesperadamente pero no pude dar con ella. Al fin tomé el camino de Lumo, tratando de encontrar a la que había sido herida. Vi la camilla y corrí hacia los gudaris pero ellos cubrieron el rostro de mi hija. No me dejaron verla. Así tomé el camino de Bilbao con la única hija que aún estaba conmigo. Me sentía totalmente confusa. Dos meses más tarde la encontramos. Mi otra hija había muerto, identificamos su foto en una oficina en Bilbao".
Al mediodía, Monks volvió a Bilbao y escribió su artículo. Conocía Gernika. Había estado allí un día antes del bombardeo comiendo con unos amigos. Uno de ellos estaba preocupado porque alguien le había dicho que el Papa excomulgaría a los vascos que no se habían posicionado con Franco. Pero –escribió Monks– su ansiedad había cesado "cuando lo vi al día siguiente. Estaba tendido a pocos metros de lo que había sido su casa, como una masa irreconocible, enmarañada, de carne humana. Una mano se aferraba a lo que parecía ser un montón de harapos. Su esposa había estado dentro de esos trapos cuando las bombas comenzaron a caer. Y pedazos de ella estaban esparcidos sobre los adoquines".
Tal como informó Monks para Paris Soir y el Daily Express, "acabo de volver de Gernika. Puedo jurar que los aviadores alemanes al servicio de Franco bombardearon Gernika. Vi cuerpos en los campos, alcanzados por balas de ametralladoras. Vi 600 cadáveres. Enfermeras, niños, labriegos, ancianas, niñas, ancianos, bebés. Todos muertos, destrozados y mutilados". Y exigió a Lord Beaverbrook que su artículo fuera publicado con una reproducción del telegrama en el cual figuraba la negación de Franco y que se reprodujera su firma autógrafa, de puño y letra, para que el mundo supiera que decía la verdad porque, simplemente, había descrito lo que había visto. Pero, a pesar de todo, hay quien sigue repitiendo hoy la misma vieja mentira de entonces, que en Gernika murieron menos de 1.654 personas. Y cada vez que lo hacen, Queipo de Llano se ríe desde su tumba.