Jon Nikolas Lz. de Ituiño
PRESENTACIÓN
La trayectoria de la Humanidad es la historia de la evolución de una especie de primates que en el periodo Mioceno, hace 15.000.000 de años, inició su propio ascenso independiente en la escala espacio-temporal. Hasta el momento del cambio del animal a la especie homínida, en el espacio-tiempo del Pleoceno, han transcurrido no menos de 5.000.000 de años.
La herencia humana de la misma evolución ha hecho viable la supervivencia de nuestra especie con el desarrollo de capacidades para enfrentarse a las dificultades del medio en la Naturaleza. Desde la comunicación por gestos, la convivencia del grupo desarrolló la sociabilidad, estableciendo el modo de compartir un estilo de vida en torno a compartir la comida, dominar el fuego y utilizar herramientas.
Las dos líneas de nuestra especie que hace medio millón de años lograron sobrepasar el umbral de la evolución, en el marco referencial del Pleistoceno Superior alcanzaron una época de bonanza climática. Entre 130.000 y 70.000 años BP, la especie homo sapiens fue predominante; en la geografía de adaptación racial la especie homo sapiens fue sobresaliente, instalándose sus tres razas de manera universal y hegemónica en los continentes de África y Eurasia.
Además de su capacidad de comunicación gestual y por señas, su evolución antropológica dio lugar al balbuceo oral y a la innovación de su industria cultural con el tratamiento de sus herramientas. Superó la industria Achelense, aparecida en Tanzania, en Olduvai, hacía 1.400.000 años BP e instauró el método levalloisiense reconocido como musteriense desde la preparación de choppers.
Los balbuceos de una oralidad primigenia es la capacidad física que adquirió la especie homo sapiens con su configuración ósea, tanto craneal como maxilar, unida a la columna vertebral. El desarrollo de nuestra especie, homo sapiens sapiens, mantiene unas diferencias óseas muy acusadas respecto de su contenporáneo homo sapiens.
En la especie homo sapiens se distinguen tres subespecies o razas geográficas, mientras nuestra especie ha sido dividida en cinco subespecies, cada una de las cuales ha evolucionado hasta el estado presente en su propia región geográfica. La antropología física ha clasificado las tres razas de la especie homo sapiens como paleoártica neanderthalensis, oriental solensis y ætiope en la cuna de la humanidad.
El pensamiento humano es anterior a la manifestación del lenguaje oral; el lenguaje gestual y por señas, con antelación al lenguaje oral, representa igualmente la expresión del pensamiento como parte de la comunicación entre individuos colaborando socialmente. El lenguaje oral es el resultado de la evolución y el aumento de las capacidades razonadoras, fruto del intercambio del pensamiento como de las experiencias compartidas.
Las diferencias oseas y fisiológicas del homo sapiens y nuestra especie homo sapiens sapiens, son significativas más allá de la complexión física; además de la disminución craneana y cerebral de nuestra especie respecto del homo sapiens, lo singular del homo sapiens sapiens, se manifiesta en el avance prominente del maxilar inferior y la capacidad bucal. Las características de las respectivas diferencias craneales, medibles por sus fósiles.
Fuera de los continentes de África y Eurasia no se han encontrado fósiles de la especie homo sapiens. Mientras existió un tiempo de bonanza climática, hasta hace 70.000 años BP, la elevación del nivel del mar sobre los niveles actuales impedía los puentes para alcanzar el continente americano. A los efectos humanos África era la cuna del Homo, mientras el continente separado de la deriva del Triásico permanecia vacío.
En la geografía de la extensión Paleoártica se desarrolló la especie homo sapiens neandrthalensis con anterioridad al cambio climático durante la glaciación Würm. Hay hitos significativos como los enterramientos de los montes Zagros en Shanidar hace 60.000 años. Pero, al menos, hasta hace 45.000 años BP no se detecta la presencia continuada de nuestra especie; una existencia vinculada a los fósiles del homo sapiens sapiens relacionada con las pinturas rupestres a nivel universal.
La superación del balbuceo oral del homo sapiens se localiza en los nichos ecológicos y culturales de las distintas razas emergentes de nuestra especie, conviviendo en los territorios de caza. Allí donde se instalaron las familias lingüísticas en el espacio-tiempo, evolucionando hasta un grado de cohesión desde los balbuceos orales.
Con los ecos del balbuceo oral la realidad de un contacto entre ambas especies permite analizar los fonemas que son parte de los inicios del lenguaje del niño. A partir de la edad de unas seis semanas, aproximadamente, –el niño y la niña– comienzan a balbucear, emitiendo primero las vocales y más tarde las consonantes aisladas; principalmente fonemas sordos antes que sonoros, en forma de explosión-fricción, guturales, líquidos o chasquidos junto con siseos; se escuchan haces de correlación entre los modos de articulación:
m k l ts s
̸ \ ̸ \ ̸ \ ̸ \ ̸ \
b — p g — h r — d tx — tz x — z
Si se tienen en cuenta las consideraciones de los paleontólogos Lieberman y Crelin, con las limitaciones orgánicas de la especie homo sapiens, la hipótesis del lenguaje oral muy desarrollado en sus orígenes es una fábula sin sentido. El lenguaje oral responde a fases de capacitación progresiva, como se reconoce en las etapas de crecimiento de personas infantes hasta alcanzar la adolescencia y, más tarde, la madurez. Las posibilidades mecánicas para el lenguaje oral del homo sapiens, según los citados antropólogos físicos estimaban, permitían la pronunciación sólo de catorce o dieciséis fonemas, incluidas las vocales fundamentales (a, i, u) y consonantes.
Para los seis meses, niños y niñas, empiezan a comparar su balbuceo con los sonidos del ambiente, sobre todo los de su madre, parientes y contexto familiar. A la edad de diez meses aproximadamente empieza a pronunciar sus primeras palabras. En la mayoría de los casos, su primera palabra es ama, relacionada con su madre. Sucesivamente sigue empleando más palabras, de una o, a veces, de dos sílabas. En los estudios de Lieberman y Crelin, su convencimiento está fundamentado en que lo esencial de la función mecánica de articulación de sonidos del homo sapiens estaba restringido a la mitad de nuestros fonemas.
La leyenda del KIXMI recoge la explicación más admisible para intentar reconstruir después de miles de años el ocaso de nuestro pariente homínido, el homo sapiens. Don Jose Miguel de Barandiaran, en el Epílogo de su “Mitología Vasca”, dice que las viejas concepciones mitológicas vascas, han llegado a nosotros al margen de las creencias cristianas […] como material (para) quien intente reconstruir el mundo de representaciones del antiguo pueblo pirinaico”.
La llegada del KIXMI, el sucesor emergente del homo sapiens en extinción debió ser lenta, sin duda. Y se produciría con un proceso y salto evolutivo sorprendente, desde la aparición de la población moderna y su facilidad orgánica para superar la dificultad vocal de una articulación entrecortada y limitada. La leyenda que ha llegado hasta nosotros relata con absoluta fidelidad lo que el anciano GENTIL o JENTIL, (quizá HENTIL) les dijo al grupo de jóvenes que le llamaron para que les explicase el significado de la señal que aparecía ante ellos: Ha nacido el KIXMI y ha llegado el fin de nuestra raza; echadme por el vecino precipicio” (Don Jose Miguel de Barandiarán, Mitología Vasca, Pág. 148).
El homo sapiens sapiens, emergente en el nicho ecológico y cultural de la antigua Euskal Herria o Eskual Herria, pudo señalar a su contemporáneo el homo sapiens como ZAIN ZEZEL o ZAIN ZEZERE; y llamar a sus lugares de enterramiento GENTIL BARATZAK. La comunicación entre ambas poblaciones recogería el epónimo KIXMI como la expresión con la que identificaron las gentes de una raza desaparecida al hombre moderno. La leyenda, como relato de Euskal Herria, no tiene referencia ni relación alguna en la mitología comparada de ningún otro pueblo.
La mitología y las leyendas griegas, los dioses hindúes, los mitos y tradiciones de los pueblos aborígenes de Australia y África, todo se asocia con el pensamiento transmitido desde el pasado. La leyenda del KIXMI, a través del análisis de las palabras y su valor sincrónico, permite alcanzar los primeros balbuceos del lenguaje oral de una estirpe sin futuro. Un panorama bastante amplio de la historia del hombre en su convivencia nómada-recolectora, donde el lenguaje gestual y por señas evolucionó hasta los orígenes del lenguaje oral.
Entre los años 45.000 y 30.000 BP va apareciendo escalonadamente el homo sapiens sapiens, con una creciente capacidad de comunicación oral que se irá desarrollando a lo largo del Paleolítico Superior. Tras un periodo de convivencia de ambas especies, no menor de 15.000 años, se producirá la desaparición de la estirpe de calidad humana homo sapiens neanderthalensis.
Durante ese periodo de 15.000 años, la especie homo sapiens neanderthalensis en regresión y el emergente homo sapiens sapiens, forzosamente tuvieron que mantener esa convivencia, compartiendo territorios próximos y comunes. Fue durante el rigor de la glaciación Würm, cuando quedaron aislados entre sí diversos nichos ecológicos y culturales de Europa y Asia, intercambiando conceptos y conocimientos en el ámbito más estrecho. Palabras comunes de las poblaciones anteriores al cataclismo glaciar, serían transmitidas con su valor conceptual a las nuevas poblaciones de homo sapiens sapiens, de modo que el étimo remoto sería la herencia que recibirían de la estirpe anterior.
De la convivencia cerrada en los distintos nichos ecológicos y culturales surgió la singularidad de cada lengua, desarrollándose en su aislamiento particular, a partir de raíces propias del balbuceo primigenio. La progresiva ampliación del lenguaje oral impulsó el avance exponencial del desarrollo acelerado del pensamiento y el progreso de la humanidad.
Fue desde la adquisición de matrices referenciales, al fundirse con el pensamiento individual, cómo surgió la expresión del lenguaje oral. Con la mayor fluidez del lenguaje oral de nuestra especie emergente se generalizó la manifestación de signos parietales y pinturas rupestres más antiguas. El realismo impresionista que impregna las cuevas del nicho ecológico y cultural de Euskal Herria introduce la realidad gráfica como soporte de una extensión de la capacidad iniciada con el lenguaje oral.
Las características geográficas de dicho emplazamiento en el Sudoeste europeo, así como los datos arqueológicos y toponímicos existentes, apuntan la existencia de una cultura dentro de una marcada unidad geográfica capaz de mantener durante siglos la singularidad de origen de un pueblo.
Una singularidad donde las pinturas de las cuevas transmiten un hecho documentado con la doma del caballo, extensible a otros animales. Una singularidad que hizo a dicho pueblo dueño de su pensamiento individual, expresado con el idioma de comunicación colectiva, el euskara/eskuara, manteniendo tanto la unidad geográfica como la lingüística.
En eskuara o euskara los aparejos de la conducción dócil del caballo tienen nombre propio y la descripción singular como su definición respondiendo, así, al principio de Tagore. El conjunto de aparejos, excepto el freno, tiene nombre en euskara: TXARRANTZA (NG, B, G, ER), variante, SARRANTZA (NG, BN), los «trebejos de las riendas»; TRESEN (NG), «arneses»; LANABAS (L, G), LANABES (B), «trebejos de protección»; BABES (G), «bozal». El bocado controlado por la rienda sería el artificio primero, anterior a los arneses, como indica la sencillez descriptiva desde una primera designación: AUKO (ER), «freno», MUTURREKO (NG, BN, L, ER), MUSTURREKO (G), MUTHURREKO (Z), «freno», también BALAZTA, BALEZTA (B), «freno».
El paso del lenguaje gestual al lenguaje oral se inició con el balbuceo verbal. La matriz ESKU es común a todos los dialectos del ámbito territorial de Euskal Herria; su significado está relacionado con la imagen de la «mano» afirmando la actividad propia de su habilidad y destreza como base de un sistema de correlación conceptual, de relaciones coordinadas y subordinadas. Serían relaciones que se asociarían de manera directa con la actividad manual. Palabras con nexos figurativos directos que descubren las conexiones lógicas con la misma matriz y su relación con la lengua.
La acción de la doma y control animal se expresa en euskara con la acepción ESKURA, desde su sentido sincrónico como imagen donde se han construido las relaciones lógicas y precisas de valor diacrónico; propiamente, en ESKURA, las gentes que van dominando el lenguaje, dominan literalmente el sistema que describe el pensamiento con su estructura lógica desde su origen: ESKURA «sometido a mano», de donde llega la acción, ESKURATU (común), «domar», con los significados diacrónicos, «conseguir», «convencer», y en (B, G), «ganar, captar, poner a favor de uno».
El término propio del modo particular de hablar de nuestros antepasados localizados en el refugio del Paleolítico era EUSKARA o ESKUARA, como se ha dicho, palabra informativa y formativa del concepto. Como tal vocablo designa un lexema que aporta una idea asociada al lenguaje; pero, en sí misma, no puede expresar relación alguna con el momento de su formalización si no somos capaces de profundizar en la etimología remota y en el suceso que propicio su origen. El análisis descriptivo nos permite pasar de los contenidos y temas de la palabra como conceptos de relación aislada a un juicio discursivo como enunciado de discernimiento: ESKUARA < ESKU ARA, o bien EUSKARA < EUS KARA, EUSKERA < EUS KERA.
Este aspecto del significado sincrónico de KARA, como tema sustantivo, es de un indudable arcaísmo cuando nos retrotrae al momento en que la formaEUSKARA en su concepción fue sólo una manifestación de la función: EUS KARA, «traza de (la) mano», rememorando el lenguaje por señas. Con el reconocimiento de KARA como «traza», procedimiento, manera, modo y recurso al ademán que identifica el gesto estaríamos valorando el sistema de nexos del lenguaje por señas con el lenguaje oral. En la tradición del idioma vivo se reconocen así dos aspectos importantes de una etapa inicial de desarrollo del lenguaje: desde un lenguaje por señas, EUS KARA, la «traza de (la) mano», a su consecuencia con el lenguaje oral, ESKU ARA, «al modo de (la) mano».
Generalidad
(Sistema de correlación conceptual)
Matriz en euskara/eskuara: ESKU
Relaciones coordinadas
↓
ESKURA, «a mano»
↓
Relaciones subordinadas
↓
↓
ESKURAKOI (B), «dócil» ESKUKOI (BN, G, ER), «manso»
↓
ESKURAKAITZ, (G), «indómito» ESKURAKATX (B), «indómito»
↓
ESKURATU (común), «domar» ESKURAKOITU (*), «amansar» ESKUKOITU (Mitxelena), «amansar»
ESKURAKOTU (G), «domar, sujetar»
El hecho de la doma supone amansar a los caballos, haciéndoles dóciles para acostumbrarse a la voluntad de la gente y sujetarse a los ejercicios de control y servicio, nada menos que hace más de 30.000 años. Esto fue así en Occidente y de la misma manera debió acontecer en las regiones orientales y septentrionales aunque no contemos ni con las pruebas paleontológicas ni con la expresión transparente, como en euskara. Las raíces arias quedan oscurecidas en los ecos que resuenan en la diacronía de la diáspora donde las voces del remoto Paleolítico se relacionan con el pensamiento productivo más cercano.
Las primeras palabras del vocabulario balbuciente del lenguaje oral, relacionadas con el homo sapiens, fueron voces onomatopéyicas y posicionales ante la realidad espacial. El euskara/eskuara, cuenta con un amplio repertorio que prueba su antigüedad cercana a los primeros ecos recogidos de la naturaleza; son palabras formadas en el sonido repetitivo e imitativo de indudable armonía que designan imágenes de la naturaleza; entre lo más abundante la denominación del elemento necesario para la vida, UR (común) «agua», el murmullo recogido del arroyo que corre, con sonoridad débil líquida. El étimo remoto es la herencia que recibieron las gentes homo sapiens sapiens de la estirpe neanderthalensis anterior del hemisferio Norte.
La raíz aria, común a las distintas nacionalidades de la diáspora, wed- es el legado recibido de los neanderthalensis en base al significado dado por su carácter onomatopéyico UR>UD>U, «agua»: gr., ϋδωρ (ϋδ-ωρ); avést., vaiδi (vaiδ-i); het., wātar (wāt-ar); eslavo (cheko, eslovaco), voda (vod-a); polaco, woda (wod-a); got., watō (wat-ō); irl. ant. y moderno, uisce (uisc-e); let., ûdens (ûd-ens); anglos., water (wat-er); prus. ant., wundan (wund-an); alto alem., wazzar (wazz-ar).
Con la dispersión de las gentes arias desde su nicho ecológico y cultural del Paleolítico se establecieron los elementos fonéticos diferenciales, dando lugar a que la sustancia fónica formada –como dice Coseriu– se distanciase. Sobre el eje de las simultaneidades (Saussure) se mantiene el nivel de coincidencia sincrónica, original, determinante de la comunicación que existió durante el Paleolítico entre ambas especies humanas. Término común a las dos especies humanas que convivieron en el hemisferio Norte. Sin duda, anterior a las transformaciones del proceso de evolución en la diáspora, por línea de continuas separaciones, en el eje de las sucesividades diacrónicas.
Sobre la base del esquema de dicotomía de Saussure –a partir del orden cronológico de la dualidad sincronía/diacronía– se puede exponer lo que ocurrió con el alejamiento de los grupos arios que salieron con la diáspora de su nicho ecológico y cultural del Paleolítico. La representación paramétrica de curvas asintóticas, correspondiente a los puntos de las dos ramas de la dispersión aria, se aleja en cuanto a los modos de articulación fonética cuando crece indefinidamente la distancia entre ellos; una distancia cada vez más alejada por el efecto de ondas movidas por la diáspora ocupando el área de su expansión.
Mientras, en el área correspondiente a Euskal Herria, donde se desarrolla la asíntota de correlación, se manifiesta un cierto paralelismo de continuidad con la música del murmullo de muchos riachuelos. Es la persistencia del eco fonético del significante que se inició en el nicho ecológico y cultural del extremo occidental del hemisferio Norte.
El conocimiento del fuego como fuente de calor es parte de la experiencia del Homo. El control más allá del mantenimiento de la llama sería un acontecimiento que terminaría dominando el fuego. Las evidencias del control del fuego las aporta la arqueología que sitúa al homo erectus hace un 1.500.000 de años en torno al hogar, en el nacimiento de la comunidad, aprendiendo a vivir compartiendo alimentos.
Otros contenidos conceptuales de generalidad coordinada y subordinada, sujetos a matrices del pensamiento humano y su evolución, son en conclusión –según mi teoría– el avance de un progreso exponencial. El libro es parte del estudio, análisis y síntesis que certifican la época que dio lugar a los orígenes del lenguaje oral desde el lenguaje gestual. Un paso gigantesco de la humanidad, donde la aparición de la especialización y las jerarquías estableció la división del trabajo, que exige una revisión de la filosofía individualista que nos empuja a la decadencia; y, posiblemente a la extinción.
Noviembre, 2017
Fuente: http://www.euskariafundazioa.elkarteak.net/?p=1745