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lunes, 27 de abril de 2020

GERNIKA EL DÍA DESPUÉS, 27 DE ABRIL DE 1937

Por Xabier Irujo
Los reporteros internacionales George Steer, Mathieu Corman y Noel Monks volvieron a Gernika un día después del bombardeo para comprobar el horror del ataque fascista
"Esa noche me senté fuera y podía ver toda la villa de Gernika y los fuegos que cada vez eran más grandes. Mi padre estaba sentado en la campa que había sobre la casa, observando el fuego. Me senté a su lado. Vimos las llamas crecer constantemente, ascendiendo hacia el cielo. Pero mi padre no dijo nada hasta que la luna empezó a salir por detrás de los montes. Hoy la luna será roja, dijo. Miré a la luna y después me detuve de nuevo observando los fuegos. Estuvimos sentados allí durante mucho tiempo y éste es uno de los últimos recuerdos que tengo de él. Murió dos meses después. Los fuegos todavía ardían cuando nos acostamos. Y la luna estaba roja".
Así recordaba Pedro Gezuraga aquella noche.
La mañana del 27 de abril, mientras desayunaban en el Hotel Carlton, los reporteros internacionales que habían estado en Gernika escuchaban Radio Sevilla. Para su sorpresa, desde Burgos y también desde Roma y Berlín se negó que Gernika había sido bombardeada. Y, recordaba Noel Monks, "luego cayó la última gota, ésta para mí. Estábamos sentados alrededor de una radio en la sede de la presidencia escuchando al general Queipo de Llano haciendo una de sus viles referencias a las mujeres de Madrid, diciéndoles, en detalle, lo que podían esperar de los moros. De pronto pasó a Gernika. "Ese señor Monks", dijo con voz ronca, "no creo lo que ha escrito de Gernika. Todo el tiempo que estuvo con nuestras fuerzas estaba borracho".
Los reporteros no le dieron importancia, pero a los pocos minutos Monks recibió una llamada de Londres. Era el director del Daily Express, Lord Beaverbrook: "Queipo de Llano dice que los rojos dinamitaron Gernika en su retirada. Por favor, verificar lo más pronto posible. Por favor, ¡verificar! Aquello sentó como una bomba. Nos trataron de desacreditar como mentirosos", escribió Monks.
Y los tres reporteros, George Steer, Mathieu Corman y Noel Monks volvieron a Gernika al amanecer. La villa estaba gris y nublada y los focos de fuego humeante aún ardían. Tardarían tres días en ser sofocados. Monks había sido reportero en la Guerra de Abisinia, pero lo que vio aquella mañana sombría le impactó para el resto de su vida. Cadáveres mutilados y desgarrados, algunos quemados, otros acribillados por las balas, Gernika estaba impregnada de un terrible olor a carne calcinada. "Un espectáculo que me acosó durante semanas –escribiría posteriormente– fue el de los cuerpos carbonizados de cincuenta mujeres y niños amontonados en lo que había sido el sótano de una casa".
Tal como señaló el gudari Juan Sistiaga, aquella mañana, lo más duro para la gente era no saber si sus familiares estaban vivos o muertos, y vagaban en silencio, buscándolos entre las ruinas de lo que habían sido sus hogares, mientras trataban de digerir la angustia y el temor de encontrarlos muertos. Muchos nunca los encontrarían, ni tan siquiera sus cuerpos. Algunos, como Federico Iraeta, no pudieron dormir. "Busqué entre los cadáveres que estaban fuera de la villa y que todavía no habían sido retirados. Había muchos. Algunos estaban tumbados boca arriba, con los ojos abiertos; les di la vuelta para que no se vieran tan horribles. Ni mi esposa ni mi hijo estaban entre ellos. Entonces empecé a mirar por todos los refugios donde aún se oía a la gente y se sabía que seguían vivos. Fui al refugio de Andra Mari y comencé a buscar entre los escombros. Entonces vi algo que se movía. Eran unas piernas humanas. Parecían las piernas de una niña. El resto del cuerpo había quedado atrapado bajo enormes montones de piedra y ladrillo. Era imposible hacer nada. Cuando me di cuenta de todo esto, me di la vuelta y eché a correr. No podía seguir la búsqueda. No podía soportarlo más". Cuando Carmen Zabaljauregi pasaba por delante de lo que había sido el restaurante Iruña, se detuvo. En medio del silencio que reinaba en Gernika, "pudimos oír unos gemidos que procedían de un edificio en ruinas. Todavía había gente viva allí. Aquello era horrible, peor aún que el propio bombardeo". Francisca Arriaga también recordaba que "oía los gritos que provenían de los refugios. Todavía había algunas personas con vida, bajo los escombros. Había montañas de material sobre ellos. Habría sido imposible sacarlos. Preferiría morir que vivir ese horror una vez más".
Los gudaris, tratando de rescatar a las personas que habían sido enterradas con vida y recuperando los cuerpos o los fragmentos de cuerpos de las que habían muerto, estaban rodeados de los familiares de estas personas que los apremiaban, gimiendo, llorando, rogando. Habiendo trabajado toda la noche, tenían los nervios destrozados y a algunos se les habían desgarrado las uñas o quemado las palmas de las manos; y Monks los vio llorar de impotencia. Uno de ellos era Sabin Apraiz. "Fui al refugio de la calle Andra Mari que se encontraba totalmente cubierto por los escombros. El fuego ardía muy cerca, pero la gente se esforzaba desesperadamente por sacar a los que estaban atrapados. Me uní a los que trabajaban, pero era desesperante. Oíamos a la gente bajo los escombros, los cuales nos llamaban y gemían, y trabajábamos todo lo que podíamos. Pero había demasiados restos sobre ellos y el fuego se aproximaba. Al final tuvimos que abandonarlos". Murieron cocidos bajo las ruinas, en una total oscuridad. Habían transcurrido más de doce horas desde que el último avión abandonó Gernika.
Frente al humeante hospital del Asilo Calzada se habían alineado los cuerpos de 42 gudaris y diez enfermeras. "No tuvieron oportunidad alguna", escribió Monks. Andresa Idoiaga buscaba a su hermano. Fue al hospital pero no estaba allí. Buscó "entre los cadáveres esparcidos por toda la villa", pero muchos de ellos habían sido recogidos y trasladados al cementerio. Andresa Zumeta vio las "filas de cuerpos alineados allí. Algunos eran fáciles de identificar, pero otros no. Recuerdo a una mujer alta de Arra-tzu a quien había conocido muy bien. Al principio pensé que llevaba guantes. Pero el color púrpura se debía a que había muerto por asfixia". Más tarde esa mañana alguien le dijo a la suegra de Idoiaga que habían visto a su yerno entre los muertos. "Entonces, ella sola, fue a su casa, tomó un carro y fue al cementerio. Lo trajo a nuestro pueblo y lo enterramos allí".
Por efecto de las explosiones, gran parte de la metralla, cascotes y restos humanos habían sido expulsados con fuerza hacia arriba, por lo que partes de estos cuerpos colgaban de los árboles u otras zonas altas de las estrechas calles del centro urbano y de las ramas de los árboles; otros fragmentos se habían adherido a las paredes o simplemente yacían esparcidos por el suelo. El padre Pedro Mentxaka recordaba que "las tejas, los restos de vigas humeantes mezclados con miembros de cuerpos destrozados (2.000 personas) formaban un cuadro que superaba el infierno de Dante". Se ordenó recoger los restos humanos, con cestos, y quemarlos en la plaza de San Juan Ibarra, que ofrecía un aspecto macabro.
Los caminos estuvieron durante todo el día ocupados por largas colas de refugiados que llevaban consigo las pocas pertenencias que habían podido salvar de las llamas. Iban en dirección a Bilbao, algunos de ellos con la esperanza de reencontrarse allí con sus seres queridos. Muchos de ellos serían ametrallados por los aviones de caza durante el camino. Felisa Urgane era una de estas personas. Tenía cuatro hijas. Cuando abandonaba Gernika con tres de sus hijas se oyeron algunos disparos "y un gudari se ofreció a ayudarme llevando a mi hija menor al otro lado de la calle. Mientras cruzaban, fueron ametrallados y ella recibió un balazo en la pierna. Sangraba profusamente. La tomé en mis brazos y traté de consolarla hasta que trajeron una camilla. Se la llevaron y procuré seguirlos, pero las calles estaban llenas de obstáculos. No podía mantener el ritmo y en la confusión perdí a una de las chicas. Estaba fuera de mí. Quería seguir con mi hija herida, pero también quería encontrar a la que se había perdido. La busqué desesperadamente pero no pude dar con ella. Al fin tomé el camino de Lumo, tratando de encontrar a la que había sido herida. Vi la camilla y corrí hacia los gudaris pero ellos cubrieron el rostro de mi hija. No me dejaron verla. Así tomé el camino de Bilbao con la única hija que aún estaba conmigo. Me sentía totalmente confusa. Dos meses más tarde la encontramos. Mi otra hija había muerto, identificamos su foto en una oficina en Bilbao".
Al mediodía, Monks volvió a Bilbao y escribió su artículo. Conocía Gernika. Había estado allí un día antes del bombardeo comiendo con unos amigos. Uno de ellos estaba preocupado porque alguien le había dicho que el Papa excomulgaría a los vascos que no se habían posicionado con Franco. Pero –escribió Monks– su ansiedad había cesado "cuando lo vi al día siguiente. Estaba tendido a pocos metros de lo que había sido su casa, como una masa irreconocible, enmarañada, de carne humana. Una mano se aferraba a lo que parecía ser un montón de harapos. Su esposa había estado dentro de esos trapos cuando las bombas comenzaron a caer. Y pedazos de ella estaban esparcidos sobre los adoquines".
Tal como informó Monks para Paris Soir y el Daily Express, "acabo de volver de Gernika. Puedo jurar que los aviadores alemanes al servicio de Franco bombardearon Gernika. Vi cuerpos en los campos, alcanzados por balas de ametralladoras. Vi 600 cadáveres. Enfermeras, niños, labriegos, ancianas, niñas, ancianos, bebés. Todos muertos, destrozados y mutilados". Y exigió a Lord Beaverbrook que su artículo fuera publicado con una reproducción del telegrama en el cual figuraba la negación de Franco y que se reprodujera su firma autógrafa, de puño y letra, para que el mundo supiera que decía la verdad porque, simplemente, había descrito lo que había visto. Pero, a pesar de todo, hay quien sigue repitiendo hoy la misma vieja mentira de entonces, que en Gernika murieron menos de 1.654 personas. Y cada vez que lo hacen, Queipo de Llano se ríe desde su tumba.

domingo, 26 de abril de 2020

83 ANIVERSARIO DEL BOMBARDEO DE GERNIKA ~ GERNIKAKO BONBEKETA 83. URTEURRENA

En este día en que nuestros pensamientos nos llevan a Gernika, recordamos de manera especial a quienes padecieron de manera directa las consecuencias del bombardeo y al pueblo vasco,  que sufrió los horrores de la guerra y les proponemos compartir una canción de Ken Zazpi y un vídeo que sin dudas nos ayudarán a reflexionar.




miércoles, 4 de septiembre de 2019

PRESENTACIÓN DE UN NUEVO LIBRO DE LA EDITORIAL VASCA EKIN

XABIER IRUJO PRESENTÓ EN LIZARRAENEA, SEDE DE LA EDITORIAL VASCA EKIN, SU LIBRO "778. LA BATALLA DE ERROZABAL. DE LA CRÓNICA AL CANTAR" 




En el marco de la presentación del libro "778. La batalla de Errozabal. De la crónica al cantar", su autor, el historiador Xabier Irujo, ofreció una charla en la que se refirió al tema, contraponiendo argumentos que se han sostenido en el tiempo y que en opinión del autor no responden a lo que verdaderamente sucedió. Para demostrarlo se valió de crónicas de época, que contradicen claramente lo relatado en la “Chanson de Roland”.
A lo largo de la conferencia se puso el acento en ideas que se han tratado de imponer. Es por ello que Xabier Irujo hizo hincapié en que lejos de ser una simple escaramuza se trató de una batalla campal y que los vascones no se limitaron a atacar tan solo la retaguardia, sino que la ofensiva afectó a la totalidad del ejército carolingio, lo cual implicó enfrentarse a dos legiones integradas por un total de 20.000 soldados.
Así mismo, quedó en claro que el enfrentamiento tuvo lugar a lo largo de los varios kilómetros de la vía que unía Iruñea con Luzaide. Ésto contradice la idea sostenida por mucho tiempo de que ocurrió en un lugar concreto del paso de montaña.
La participación de musulmanes también fue desmentida por el autor. La inclusión que se ha hecho en el relato tiene que ver con la mención que se hace de ellos en el cantar conocido como la “Chanson de Roland”. En este punto, opina que es necesario distinguir que una cosa es lo que se menciona en el cantar, que es una pieza literaria, y otra las fuentes históricas. En este sentido, ni en las crónicas francas, ni en las árabes, se hace referencia a musulmanes como participantes en la batalla. Si puede darse por válido la presencia de los vascones provenientes de ambas vertientes de los Pirineos.
La tergiversación de los hechos sin dudas puede tener que ver con la necesidad de evitar mostrar a Carlomagno huyendo del campo de batalla.
Xabier Irujo subrayó así mismo la importancia de las fuentes históricas consultadas y los hallazgos arqueológicos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que permitieron identificar el campo de batalla en el llano de Errozabal. Este punto es sumamente importante ya que ha sido uno de los más discutidos por los investigadores.
Si bien tradicionalmente se la denominó “batalla de Orreaga”, el nombre Roncesvalles procede de Errozabal, o llanada de Erro, la zona cercana a Ibañeta y al puerto de Zize. Es allí donde se debió producir la parte más cruenta de batalla.

Es importante señalar que lo expuesto fue prolija y minuciosamente explicado a partir de lo dicho por cronistas y de mapas, lo cual deja en evidencia que la investigación fue llevada a cabo a partir de fuentes que avalan lo sostenido.


En el marco de esta  exquisita actividad cultural, contamos con su autor, Xabier Irujo, con funcionarios de EJ-GV: el Director de Relaciones para la Comunidad Vasca en el Exterior Gorka Álvarez Aranburu, el Responsable del Patrimonio Cultural Mikel Aizpuru Murua y la Delegada para la Argentina y Mercosur Sara Pagola Aizpiri; con la Catedrática de la Universidad de Kansai Gaidai Osaka Japón Junko Arantzazu Kajita de Sasaki, el Representante de Euskal Echea Enrique de Fagoaga, representantes de FEVA Elba Mocoroa y Marisu Mendizabal, amigos y socios en nutrida concurrencia. Así mismo se encontraban también presentes María Echevarne, Rosa Misciagna, Verónica Iriarte y Mario Arraga, directivos de Eusko Kultur Etxea, entidad hermana de la Editorial Vasca Ekin.



Vistas  parciales que presentaba el salón de Lizarraenea al momento de iniciarse la presentación. Entre las personas presentes se encontraba también Sara Pagola Aizpiri, Delegada del Gobierno Vasco, de la Comunidad Autónoma de Euskadi. 

Exhibidor del libro presentado 
Entre los presentes se encontraban Gorka Alvarez Aranburu, Director de 
Relaciones para la Comunidad Vasca del Exterior, Mikel Aizpuru  Murua,
 Responsable del Patrimonio Cultural. En la imagen con la  Directora 
de la Editorial Vasca Ekin y lehendakeri de Eusko Kultur Etxea, María Elena 
Etcheverry de Irujo Ollo.
Xabier Irujo, autor del libro, en dos momentos de la presentación.

 
En la imagen, Gorka Alvarez Aranburu, Director de Relaciones para la Comunidad Vasca del Exterior, Mikel Aizpuru Murua, Responsable del Patrimonio Cultural, la Directora de la Editorial Vasca Ekin y lehendakeri de Eusko Kultur Etxe, María Elena Etcheverry de Irujo Ollo, Xabier Irujo, Fernanda Jauregiberry y Junko Arantzazu Kajita de Sasaki, Catedrática de la Universidad Kansai Gaidai de Osaka, Japón.

Una vez concluída la presentación, se sirvió un vino de honor. Del mismo participaron los presentes. Las imágenes que siguen a continuación reflejan lo compartido en ese momento.














lunes, 12 de agosto de 2019

INVITACIÓN A LA PRESENTACIÓN EN LA ARGENTINA, DE LA ÚLTIMA PUBLICACIÓN REALIZADA POR LA EDITORIAL VASCA EKIN


Jueves 22 de agosto a las 20:15 hs. 


La Editorial Vasca Ekin  tiene el honor de invitarles 
a la presentación del libro


 "778. La batalla de Errozabal.
De la crónica al cantar"


Durante la misma, contaremos con la presencia de su autor, el historiador y director del Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada-Reno, Xabier Irujo. 


Los esperamos en Lizarraenea,
sede de la Editorial Vasca Ekin,
calle México 1880, 
entre Av. Entre Ríos y Combate de los Pozos, 
de la Ciudad de Buenos Aires



XABIER IRUJO PUBLICA UN LIBRO PIONERO SOBRE LA BATALLA DE RONCESVALLES DONDE DISTINGUE LA VERDAD HISTÓRICA DE LA LEYENDA LITERARIA

El historiador Xabier Irujo presenta una innovadora obra sobre el tema con el fin de diferenciar la crónica histórica del relato literario que han sido confundidos

Se trata de una importante aportación a la Historia, basada en las fuentes históricas analizadas en su anterior libro sobre la batalla de Errozabal para desgranar los detalles que aportan las crónicas históricas de la ficción épica sobre este acontecimiento de armas
 El autor de ‘778. La batalla de Errozabal’ da ahora otra vuelta de tuerca hacia la verdad histórica con la publicación de la pionera obra ‘La batalla de Errozabal. De la crónica al cantar’ (Editorial EKIN, 2019). Este innovador libro analiza en detalle cómo se conformó el relato literario plasmado en el Cantar de Roldán a partir de la alteración de los hechos históricos que tuvieron lugar el 15 de agosto de 778 en Orreaga.

En palabras de Irujo, “esta obra trata en profundidad la gran brecha entre la crónica histórica y el Cantar de Roldán con su posterior tradición literaria. Se trata de un estudio sobre cómo estos hechos pasaron a conformar el primer cantar de gesta europeo y qué cambios ocurrieron de la crónica histórica al cantar épico, esto es, cómo se alteró la narración histórica y la dinámica de la acción, cómo se caracterizaron los personajes históricos y se crearon algunos ficticios y, en resumen, cómo se literaturizó la historia para hacerla más cercana a los lectores del siglo XI, porque difiere bastante de los hechos históricos”.

El autor compara los datos históricos que aportan las crónicas francas del Siglo IX con los textos literarios del ciclo rolandiano -que en ocasiones siguen siendo dados por verdaderos- y desmiente rotundamente algunas versiones actuales como que los musulmanes combatieron en esta batalla, o que fue una exitosa cruzada de siete años contra el infiel, cuando en realidad fue una desastrosa campaña militar de siete meses con el objeto de someter la Vasconia peninsular.

“La primera parte del Cantar tiene ingredientes históricos, pero la segunda es totalmente literaria, muy alejada de la realidad histórica. El cantar épico multiplica por diez la duración de la campaña y convierte un desastre militar, económico, social y político en una victoria. Por otro lado, la campaña de Carlo Magno se convirtió en el cantar épico en una guerra santa contra el Islam, ya que su composición coincidió con la organización de las primeras cruzadas en Europa a finales del siglo XI”, relata el historiador. Estos ingredientes literarios “aportaron contemporaneidad al relato”, al tiempo que lo convirtieron, por otro lado, en una importante forma “de hacer propaganda”, indica. No es extraño por tanto que los vascones de las crónicas francas se convirtieran en musulmanes en el cantar.

Es interesante estudiar el tratamiento dispar que el cantar hace de la figura de Carlo Magno. El cantar de gesta hace al rey retornar al campo de batalla y vengar de este modo a sus guerreros muertos y darles un enterramiento digno; “nunca lo hizo y obviamente esta negligencia no era compatible con la imagen de un héroe medieval”.

La segunda parte del cantar gira en torno a uno de los grandes fracasos históricos de la campaña, la imposibilidad de entrar en Zaragoza. “En la narrativa literaria la derrota en Errozabal se debe a la traición de un personaje ficticio, Ganelón, y Carlo Magno se sitúa lejos del combate para más adelante, en venganza, hacerlo volver sobre sus pasos y tomar Zaragoza, lo cual obviamente nunca ocurrió. Así se convertía la derrota en una victoria”.

Delimita lo literario de lo histórico
Se trata de un estudio comparativo de lo ocurrido, gracias a un análisis riguroso de las fuentes históricas originales publicadas en su anterior exitoso trabajo titulado ‘778: La batalla de Errozabal en su contexto histórico’ y basado en el análisis de las fuentes primarias así como los últimos descubrimientos de la Sociedad de Ciencias Aranzadi en el terreno.

Esta última obra es muy novedosa: “En este libro recojo las aportaciones del anterior y comparo los hechos históricos tal como se registran en las fuentes del siglo IX con el argumento del Cantar del siglo XI. La obra procura delimitar qué elementos son de origen literario y cuáles históricos. Este es el verdadero fundamento del libro y su máxima aportación”.

Dicho análisis en el caso de un acontecimiento que ocurrió hace tantos siglos es dificultoso, ya que “existe una tradición historiográfica que ha tomado de la tradición literaria algunos elementos ficticios en lugar de anclar el relato científico en hechos históricos. Uno de los pioneros en este sentido fue Juan de Mariana quien introdujo elementos ficticios del Codex Calixtinus en la narración histórica, como ya indicó en su día el archivero e historiador José de Moret”.

Por otro lado, Irujo ha querido subrayar que el cantar posee un grandísimo valor literario ya que la ficción es intrínseca a la narración literaria, “es una pieza magnífica de literatura; es el primer cantar de gesta europeo con un valor literario absolutamente relevante; pero no es un ensayo histórico y no debe ser tomado como fuente historiográfica”.

Una edición divulgativa
El libro está escrito de una forma amena y divulgativa y editada en edición de bolsillo para “que los peregrinos que pasen por el museo de Luzaide se lo puedan llevar fácilmente en el bolsillo”, explica Irujo. De hecho, una de las bases literarias del Camino de Santiago es el Codex Calixtinus, que contiene una versión de la leyenda del Cantar, relacionándola con el origen del Camino de Santiago. “Muchos peregrinos tendrán probablemente en la cabeza el Cantar de Roldán y otros episodios del ciclo rolandiano, la versión literaria de los hechos; con este libro podrán segregar lo que es historia de lo que es literatura”, indica el autor.

La Editorial Vasca EKIN ha tenido históricamente una edición de libros de formato pequeño que pudieran caber en un bolsillo “para ser distribuidas clandestinamente en Euskadi”. Ahora dicha editorial ha sacado este libro en ese mismo tamaño pero, obviamente, por otras razones, la portabilidad del libro. El libro estará a la venta en el Museo de Luzaide (Navarra) así como en la librería Abárzuza de Pamplona y se podrá adquirir también a través de Amazon, online.