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jueves, 27 de agosto de 2015

VASCOS Y VASCAS DE LA COMUNIDAD VASCA DEL EXTERIOR

LA "INDIA VASCA" 

Lucila Godoy Alcayaga, ha pasado a la historia por su seudónimo Gabriela Mistral. A lo largo de su vida fue poetisa, diplomática y pedagoga chilena de reconocida trayectoria. 

Para conocer más de su vida, reproducimos a continuación un artículo de Palmira Oyanguren M, publicado en Euskonews & Media, que destaca un rasgo no tan difundido de la vida de Gabriela Mistral, en la comunidad vasca del exterior : su ascendencia vasca por su línea materna. La importancia que para ella tiene esto, es posible visualizarlo a través del apelativo que se daba la propia poetisa a si misma: el de "india vasca". Así mismo podremos interiorizarnos sobre otros detalles que hablan de su  estrecha relación con el pueblo vasco en el difícil momento de confrontación bélica que siguió al golpe de Estado acaecido en el estado español en el año 1936. Todo esto habla no sólo de su condición de vasca y chilena, sino también de su sensibilidad y compromiso para con el pueblo del que se sentía parte.

  EUSKONEWS &MEDIA  / Kosmopolita

Gabriel Mistral Alcayaga: “La India Vasca”(*)


Palmira Oyanguren M.
C

omo "la india vasca" se definió la poetisa chilena, y Premio Nóbel de Literatura, Gabriela Mistral Alcayaga (1889- 1957). Es así como en su obra cúspide, “Tala” (1938) - en parte dedicada a la muerte de su madre, doña Petronila Alcayaga - cede los derechos de publicación a los niños vascos dispersos por el mundo, en su respuesta moral a la Guerra Civil.
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Lucila Godoy Alcayaga "Gabriela Mistral"
Lucila Godoy Alcayaga, alias Gabriela Mistral, encontró en su apellido materno un motivo de adhesión al País Vasco. Sus vínculos con Euskadi y su simpatía por las luchas del pueblo vasco hicieron que cediera los derechos literarios de su obra Tala en beneficio de los niños vascos víctimas de la Guerra Civil. El carácter universal de la obra de Mistral, no sólo es un patrimonio que enorgullece a Chile y a América en general. Su ancestro guipuzcoano, genealógicamente demostrado y la grandeza moral de su obra convierten a Gabriela Mistral en un valor cultural de Euskadi. La misma poetisa, y biógrafa de Lucila, Carmen Conde, la describe: "Gabriela tenía un andar reposado y la estatura prócer de su ascendencia vasca y aymará, toda sonrisa blanca sobre la tez dorada, con el alma en los ojos, unos ojos magníficos a flor de agua profunda".

Al ofrendar los derechos de publicación, Mistral escribe: “Tomen ellos el pobre libro de mano de Gabriela, que es mestiza de vasco, y se lave Tala de su miseria esencial por este ademán de servir”. Agrega, “Es mi mayor asombro, podría decir también mi más aguda vergüenza, ver a mi América española cruzada de brazos delante de la tragedia de los niños vascos…”. “El océano esta vez no ha servido para nuestra caridad, y nuestras playas, acogedoras de las más dudosas emigraciones, no han tenido un desembarcadero para los pies de los niños errantes de la desgraciada vasconia. Los vascos y medio vascos de la América hemos aceptado el aventamiento de esas criaturas de nuestra sangre y hemos leído, sin que el corazón se nos arrebate, los relatos desgarrantes del regateo que hacían algunos países para recibir los barcos de fugitivos o de huérfanos”.

Su vida

En el otoño de 1889, el 7 de abril, nació Lucila Godoy en el pueblo de Vicuña, actual Región de Coquimbo. Su padre, Don Jerónimo, era un hombre instruido, de aspecto imponente y maestro rural. Este pintoresco personaje en ciertas oportunidades se ausentaba de casa por varios días causando entre los suyos una gran inquietud. Y un día, cuando la pequeña Lucila tenía sólo tres años, se marchó para siempre.
Ella creció entre fértiles aledaños, entre campos y cerros con olor a tierra. Fue a la escuela como cualquier niña de su edad, sin embargo, a los nueve años ocurrió un incidente que la marcaría para siempre. Una maestra la acusó injustamente de haber robado unas hojas de papel y en un arranque de cólera echó a Lucila de la clase e informó oficialmente que era una “débil mental”.

La ausencia del padre determina en la familia de Lucila un largo período de estrechez económica subsanado, en gran parte, por Emelina, hija del primer matrimonio de su madre, quien con su modesto salario de maestra ayudó en el sustento y supervivencia de la familia. Fue ella la guía de su infancia y quien inculcó en la futura poetisa su amor por la enseñanza.

Su madre, Petronila Alcayaga, era una mujer pequeña, de carácter muy sedentario y de gran estabilidad. Además, su reconocida faceta de gran conversadora permitió que desarrollara un fuerte vínculo con su hija, quien más tarde recordó cómo aprendió a conocer el mundo, a través de las palabras de su madre.

Primeros pasos

Lucila, lectora voraz, entre los años 1904 y 1905 comenzó a colaborar con distintos periódicos de su región utilizando diferentes seudónimos, como “Alguien”, “Soledad” y “Alma”, en sus primeros poemas publicados, como: “Ensoñaciones”, “Carta Íntima” y “Junto al Mar”. Los títulos elegidos para sus poemas, así como también los seudónimos con que firmó, expresaron el carácter solitario, introvertido y romántico de la joven.

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Lucila Godoy Alcayaga con Juan Ramón Jiménez

Para mantenerse económicamente, Lucila debía trabajar en diversos lugares. Además de escribir sus versos, se empleaba como ayudante de profesora en liceos. Como maestra se destacó bastante rápido. Su entusiasmo, su fantasía y la facilidad de comunicación con sus alumnos la caracterizarían como poseedora de un “don pedagógico”.

En 1906 ya trabajaba como maestra en la escuelita de La Cantera. Allí conoció a Romeo Ureta, un empleado de Ferrocarriles. Él ha sido conocido como uno de los grandes amores de Lucila Godoy, incluso, como protagonista de algunos de sus poemas. Su vida quedó profundamente marcada cuando en 1909, él se suicidó.

Se traslada entonces a Barrancas, un pueblo cercano a Santiago, donde le fue posible regularizar su carrera y optar por los certificados del caso, que la acreditaban como profesora de enseñanza secundaria. En el liceo de Antofagasta, en el norte de Chile, inicia esta nueva etapa de su vida. Es el año 1910 y sus versos comienzan a aparecer en importantes publicaciones de la prensa chilena, gozando ya de cierto prestigio literario en el ámbito nacional. En su poesía se advierte el influjo de la Biblia, que después va a marcar hondas huellas en su creación, sobre todo en libros como “Tala” y “Lagar”.

Libro de la biblioteca de Euzko Etxea dedicado por Gabriela Mistral.


Reconocimientos a su labor

Su primer gran éxito literario fuera del ámbito regional ocurrió el 12 de diciembre de 1914, cuando obtuvo la más alta distinción en los Juegos Florales de Santiago con sus “Sonetos de la Muerte”. A partir de entonces comenzó a utilizar el seudónimo de Gabriela Mistral. Eligió el nombre Gabriela por el poeta italiano Gabrielle D’Annunzio, que ella admiraba en esa época. Y sobre el apellido Mistral, existen diferentes versiones que lo explican: una, por el poeta Federico Mistral; y otra versión señala que Mistral proviene del nombre de un viento provenzal.


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Lucila Godoy Alcayaga con Gilda Péndola y su secretaria Doris Dana
Gracias a la amistad desarrollada entre Gabriela Mistral y el matrimonio conformado por Pedro Aguirre Cerda y Juana Rosa Aguirre, él, como ministro de Educación, la nombró profesora de Castellano y directora del Liceo de Punta Arenas, al sur del país, en 1918.

Al año siguiente pasa a Temuco con el mismo cargo de directora, y en 1921, finalmente llega a la capital, donde ejerce su profesión y es directora del Liceo número 6.

En 1922 fue invitada a México por el Ministerio de Educación de ese país, con el fin de participar en los planes de la reforma educacional mexicana y, además, en la organización y fundación de bibliotecas populares. Durante el período en que Gabriela parte a México, un profesor de la Universidad de Columbia, en Nueva York, escoge la poesía de Gabriela Mistral como tema de una conferencia; y sus sorprendidos auditores cuando supieron que no había ningún libro editado de sus poemas, concibieron la idea de publicarlo. Se pusieron en contacto con ella y le comunicaron su intención, invitándola a recopilar sus poemas. Gabriela aceptó y en 1922 aparece “Desolación”, su primer libro.


Otro mundo, otro continente

Al año siguiente y terminada su labor en México, parte hacia los Estados Unidos, desde donde viaja a Italia, Suiza, Francia y España. Durante este viaje colabora en diversos periódicos, entre ellos Crítica de Argentina, El Tiempo de Colombia, El Universal de Caracas, Puerto Rico Ilustrado y ABC de Madrid, principalmente. Pero crónicas suyas aparecen también en otros diarios y revistas, como Repertorio Americano, de San José de Costa Rica; y La Revista de América, de Bogotá.

Al regresar a Chile la reciben triunfalmente. El gobierno le otorga el título de licenciada, es decir, de profesora de Estado, con especialidad en castellano. Cuando quieren otorgarle un premio en homenaje a su obra, Gabriela no acepta otro cargo que el de la diplomacia. Esto permitirá cristalizar uno de los anhelos más preciados: seguir viajando y conociendo el mundo. Designada miembro representativo de Chile ante el Instituto de Cooperación Intelectual de la Liga de las Naciones, parte de nuevo al extranjero a comienzos de 1926. Desempeña otras varias funciones en Europa, en donde la sorprende en 1929 la muerte de su madre, segundo hecho de consecuencias sentimentales que iba a influir años más tarde en su libro “Tala”.

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El pueblo chileno ofrenda el saludo póstumo a Lucila Godoy Alcayaga.
Por su importante cooperación en actividades culturales, por todo el mundo y su gran desempeño consular, en muchos países, como España, Portugal, Italia, Brasil, entre otros, durante 1935, bajo el gobierno de Alessandri, se le designó cónsul de elección con carácter vitalicio, por Ley del Congreso del 4 de septiembre de ese año. En forma paralela a su carrera consular, trabajaba como colaboradora en distintos periódicos de Chile y el mundo.

El 14 de agosto de 1943 Juan Miguel —su sobrino Yin-Yin, hijo de Emelina— se suicidó. Fue su peor tragedia, ya que el joven de 17 años había sido adoptado por ella como un verdadero hijo. Viajaba siempre a su lado.

El 15 de noviembre de 1945, cuando la mujer no votaba aún en nuestro país, Gabriela Mistral, se convirtió en la primera poetisa y literata hispanoamericana galardonada con el Premio Nóbel de Literatura. En tanto, en 1951 Chile le concedió el Premio Nacional de Literatura. Cinco años después.
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Acompando los restos mortales de Lucila Godoy Alcayaga el Presidente Ibánez; Graciela Letelier de Ibáñez; Ministro de Relaciones Exteriores, Osvaldo Sainte-Marie; Rector de la Universidad de Chile, Juan Gómez Millas; secretario general de la Universidad, Guillermo Feliú Cruz, y decano de la Facultad de Bellas Artes, Luis Oyarzún
Afectada de cáncer, Gabriela Mistral falleció el 10 de enero de 1957 en el Hospital General de Hampstead, en Nueva York. Sus restos fueron traídos a Chile el 19 de enero. Y actualmente, yace en el pueblo de Montegrande, en la Región de Coquimbo.
(*) Fuente: http://www.euskonews.com/0230zbk/kosmo23001.html
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Así mismo, a través de audios alojados en https://www.youtube.com/watch?v=coML8Mbu1NE es posible escuchar algunos de sus poemas interpretados por actrices chilenas y la propia Gabriela Mistral interpretando: 

"La Manca" (fragmento). Intérprete: Gabriela Mistral.

"En dónde tejemos la ronda" . Interpretación: Alicia Quiroga.

"Miedo". Interpretación: Mireya Latorre.

"Todas íbamos a ser reinas". Interpretación: Carmen Bunster.

"Piecitos" . Interpretación: Alicia Quiroga.

"La Madre Niña". Interpretación: Mireya Latorre.

"Extasis". Interpretación: Ana González.

"Nocturno". Interpretación: Alicia Quiroga.

"Tierra Chilena". Interpretación: Carmen Bunster.


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