Bajo el título Grafía Vasca, la Enciclopedia Auñamendi desarrolla un tema por demás interesante, al que accedemos en este caso a través de la página de Eusko Media. Es de allí de donde hemos extraído el texto que reproducimos a continuación, para su lectura.
Origen y existencia
Literatura oral y pueblo ágrafo
El pueblo vasco, considerado por la mayoría de los prehistoriadores y antropólogos, como uno de los más viejos de Europa, ha poseído y posee una de las lenguas preindoeuropeas más antiguas y vivas del continente. Así lo han confirmado autores tan reconocidos y prestigiosos como Bosch-Gimpera, René Lafon, Luis Michelena y José Miguel de Barandiarán. Todos hacen suya la aseveración de que "podemos desde luego afirmar que la lengua vasca existía ya, en forma que desde luego no conocemos, hace tres mil años, antes de la expansión de los indoeuropeos" (Antonio Tovar, 1959).
Dicho pueblo, rico en literatura oral, no ha contado sin embargo con una literatura "culta" fijada por la imprenta hasta el siglo XVI, en que Bernart Etxepare escribió en 1545 su "Linguae Vasconum Primitiae". De ahí que Luis Michelena asegure que la literatura culta escrita es comparativamente inferior a la oral. Michelena críticamente habla de una literatura escrita tardía, escasa y de no muy alta calidad. Santiago Onaindía, en cambio, a través de su historia en siete volúmenes pretende demostrar las riquezas y abundancia de esta literatura. Michelena señala que la literatura popular vasca, esencialmente oral, es probablemente tan rica y tan variada como la de cualquier otro pueblo, y puede remontarse cuanto menos a la Edad Media y a época tardorromana.
En medio de estas coordenadas socioculturales literarias, habrá también que situar el tema de la Grafía Vasca, fenómeno que se produce en un pueblo ágrafo, no por lesión cerebral, como lo define el Diccionario de Lengua Española Everest, sino por condicionamientos socio políticos de toda índole que no conviene olvidar tampoco en este tema. El hecho de que el euskera no haya llegado nunca a ser la expresión total del pueblo, condiciona grandemente el cultivo escrito y literario de esta lengua. La lengua vasca ha estado históricamente apartada de la vida oficial y pública, sin entrada en la administración. El euskera ha vivido en una situación diglósica, de inferioridad, como asegura el sociolingüista Juan M ª Torrealday, lo que puede explicar en parte muchos de los comportamientos existentes también en torno a la Grafía Vasca.
El euskera es lengua "antigua" pero igualmente utilizada de forma válida en la vida de una sociedad industrial y urbana, asegura el historiador de la lengua Joseba Intxausti. Goza de un status oficial reconocido (aunque recientemente) pero falta mucho para que alcance la normalidad social deseada.
Grafía, existencia y negación de la misma: endogenismo y exogenismo
Pero ¿existe realmente una Grafía Vasca?, ¿los vascos poseen un modo propio de escritura y de grafía peculiar que los distingue e identifica entre el resto de los pueblos de Europa y entre las grandes familias tipográficas surgidas tras la revolución de la "Galaxia Gutenberg" en el siglo XV? Parece ser que estas cuestiones teóricas en torno a la existencia y características del "Arte Vasco", del "Arte Decorativo Vasco", y de la "Grafía Vasca" surgieron y se pusieron de moda en las primeras décadas del siglo XX que coinciden con el llamado Renacimiento Vasco (Euzko Pizkundea) que se desarrolló entre los años que van desde la última Guerra Carlista (1876) hasta la Guerra Civil (1936). Como consecuencia de las Guerras Carlistas, los últimos derechos forales se pusieron en entredicho por lo que el País Vasco comenzó una lucha denodada por la preservación de su identidad nacional y la reivindicación de su conciencia lingüística.
Pero la existencia o no de la Grafía Vasca hay que situarla con anterioridad en el tiempo, como luego veremos, en una breve y rápida excursión histórica y muchas veces ha sido aceptada o combatida desde posiciones estrictamente ideológicas más cercanas al mundo de la política que al de las artes plásticas o las puramente decorativas y funcionales.
Al primer gran ensayo sobre el "Arte de escribir u ortografía de la pluma" y "Calígrafos vascongados" de Carmelo de Echegaray de 1908, le sucederán "L'art basque ancien. Architecture. Décoration. Ferronnérie" de Phillipe Veyrin de 1926, los diversos estudios de Louis Colas sobre ornamentación y simbologías vascas de la década de los 20, los estudios del V Congreso de Estudios Vascos sobre Arte Popular (1930), y las obras de diversos investigadores y recopiladores como Estornés Lasa (1930), Pedro Garmendia (1933), Jon y Pablo Zabalo (1941). Más recientes son los estudios de investigadores tan prestigiosos y reconocidos como José Miguel de Barandiarán (1930, 1934, 1960) y Julio Caro Baroja (1958).
Pedro Garmendia en su "Arte Decorativo Vasco" es quien asegura que "se ha discutido mucho y se discute todavía, sobre si existe o no, un Arte Vasco, una Decoración Vasca y una Grafía. Esta discusión -añade- parece sin importancia, pues no puede resultar sino de una sencilla confusión, muy frecuente todavía, entre el Arte y el Arte Popular" (pág. 144).
Garmendia, que es un defensor de la especificidad de la Grafía Vasca, indica que "con el estudio de la epigrafía en inscripciones de sepulturas, dinteles, etc., se llegaría con seguridad a una clasificación de letras que se pueden considerar como particularmente vascas, a algunas de las cuales se les puede encontrar su origen en los siglos XI y XII" (pág. 149).
En el lado opuesto habría que situar a estudiosos como Juan Sanmartín, que asegura "no existe un arte popular estrictamente autóctono. Cuando se dice arte popular de un pueblo determinado, se alude a un conjunto de peculiaridades en el arte popular, que son los que dan carácter propio en la vida tradicional a este pueblo. Todos los pueblos se enlazan desde sus puntos de contacto en intercambios culturales con préstamos recíprocamente" (Prólogo a "Arte Popular Vasco" de Peña Santiago, pág. 8).
Como puede observarse en estos dos autores de tendencias endógenas o exógenas existen razones válidas para afirmar en ambos casos lo que afirman aunque habrá que realizar un estudio histórico-artístico más detallado y un razonamiento causal más profundo.
Rasgos propios o heredados
Un investigador y trabajador de campo tan importante como Louis Colas, indicará también en la década de los 20 que el Arte Vasco había suscitado ya numerosas polémicas: "Los unos proclaman su existencia, pero parecen encontrar más dificultades al hablar de sus características, otros niegan hasta su existencia. Yo creo que la cuestión está mal expuesta. ¿Hay un género, una manera, un estilo vasco que le diferencia de los pueblos de su entorno? Hay un estilo vasco, una manera vasca, principalmente en aquello que concierne a los monumentos funerarios" ("La Tombe Basque", pág. 21).
Colas por lo tanto afirma y asegura la existencia de un estilo vasco, pero admite las dificultades a la hora de definir sus rasgos y características propias, cuestión por otra parte más aguda e intensa en el Arte Popular que en el llamado Arte Culto.
Cristina Llanos, pintora y analista de la simbología vasca, indica por el contrario que "raramente existe un arte popular estrictamente autóctono. En todos los pueblos existen puntos de contacto con intercambios culturales y con préstamos recíprocos" (pág. 64). Ciertamente delimitar rasgos e influencias propios y ajenos resulta cuestión harto delicada y compleja, más todavía si cabe en fenómenos artísticos, porque aunque es clara y patente muchas veces la fuente de inspiración e influencia, ¿con qué grado de intensidad se ha producido la misma?, ¿con qué instrumental científico se cuantifica y se ejemplariza la misma? No podemos, sin embargo, dejar de poner algo de esfuerzo en este empeño, que nos lleve a clarificar, si cabe un poco más, este complejo tema.
Función y/o delectación
La función primordial de la Grafía Vasca ha sido en primer lugar la de comunicar o servir como instrumento y vehículo de comunicación de ideas y vivencias, conocimientos y saberes, tanto individuales como colectivos, al igual que lo ha hecho cualquier otro tipo de alfabeto o grafía oriental u occidental: grafías chinas, japonesas, egipcias, griegas, romanas o de cualquier otro pueblo, colectivo o época histórica.
Pero es que además la propia grafía ha servido en sí misma para identificar y connotar a todo un pueblo o colectivo, a una época histórica, como la Baja Edad Media, o convertirse en el símbolo de la modernidad o del romanticismo, tipografía Art Decó y estilo de letra inglesa.
Por otro lado, conviene reseñar desde el primer momento que la función comunicativa lleva inserta e inherente en sí misma características de índole estético y artístico que poseen sus normas propias y están unidas a fenómenos sociológicos de ámbito más amplio y evolutivo.
Es en estos parámetros o niveles de comportamiento en los que conviene situar y estudiar el fenómeno de la Grafía Vasca, tan arraigada y desarrollada en todos los ámbitos actuales de la vida social y política, y que arranca cuanto menos de la Alta Edad Media europea.
El vasco ciertamente ha sido muy dado -al decir de muchos autores y por la constatación objetiva de los hechos- y aficionado a grabar inscripciones y sentencias en los paramentos más visibles de sus construcciones, monumentos u objetos de todo tipo. Y lo ha hecho además con criterios funcionales y artísticos de manera constante y decidida, fieles a una tradición heredada de sus mayores. "El vasco -aseguran los arquitectos Pablo y Jon Zabalo- es respetuoso con la tradición; guarda con veneración los usos y las costumbres que como patrimonio sagrado recibió de sus antepasados. Al mismo tiempo, es progresista y dotado de gran sentido práctico. Gracias a estas dos cualidades, los constructores y grafistas vascos han evolucionado de acuerdo con los tiempos" (pág. 13).
Este aserto, como veremos más adelante, es cierto. No existe un tipo de Grafía Vasca, fijo y rígido, invariable e inmutable, sino que sobre un núcleo original y estándar caben y se han dado a lo largo de la historia múltiples variantes, estilizaciones y deformaciones de una misma tipología gráfica o estructura sígnica. En todo caso, función y delectación, signo de comunicación y de escritura bella en sí misma, siempre han ido y estado íntimamente ligados y unidos, resultando casi imposible, si no es por razones de índole metodológica científica o práctica, su separación y desglose.
Importación y reiteración de las formas
La existencia actual de la Grafía Vasca hoy nadie la pone en duda. Algunas agencias de publicidad y centros informáticos del País Vasco comienzan a diseñar y a ofertar "tipos de caracteres vascos": euskara classic, euskara modern y euskara old. Pero ¿dónde y cuándo surgió este tipo de letra, de qué lugar procede o qué rasgos culturales propios o ajenos posee la misma?
Es el antropólogo Julio Caro Baroja quien en su obra "Los Vascos" se pregunta: ¿por qué toda la especie humana no obra uniformemente?, y es él mismo quien responde de manera sagaz e inteligente que "las preguntas sobre orígenes en ocasiones múltiples, se ha comprobado que contienen en sí una imposibilidad de respuesta única, clara, sencilla, como son las que, en general, se requieren, y a veces una imposibilidad radical de contestación" (pág. 20).
Pero será también el mismo autor quien al final de su obra asegure que "cuando un grupo humano llega a especializarse en la creación de determinados objetos, de determinadas formas artísticas, de suerte que presenten un número bastante regular de rasgos particulares unidos y cuando esta especialización alcanza cierta permanencia en el tiempo y en el espacio, es cuando decimos que tales objetos y formas se ajustan a un estilo" (pág. 454).
Pues bien, como en otro apartado veremos, los rasgos particulares unidos se dan en el caso de la Grafía Vasca, y también la reiteración y permanencia en el tiempo, por lo que hoy nadie duda de la existencia y peculiaridad de la misma.
Pedro Garmendia en su "Arte Decorativo Vasco" manifiesta sagazmente al respecto que "el vasco, después de un período de resistencia, más o menos prolongado, asimila con facilidad toda importación, y cuando ya la ha adaptado, la facultad de conservación que tiene es verdaderamente curiosa. Todas las adquisiciones nuevas se sobreponen y se combinan con las más antiguas sin que éstas desaparezcan completamente" (pág. 148).
Este fenómeno es el que veremos más adelante, indicándose ya de entrada, que resulta sumamente difícil deslindar campos e influencias y sugerir orígenes cuando se trata de superposiciones culturales producidas además de manera diacrónica sobre un mismo "tipo". El problema del surgimiento y evolución posterior es harto complejo y más complejo cuanto más en él se profundiza. Pero, hagamos un recorrido diacrónico, que quizás aclare y objetive un poco más este tema.
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