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sábado, 22 de abril de 2017

EN EL 80 DE ANIVERSARIO DEL BOMBARDEO DE GERNIKA

Cuando nos encontramos próximos a conmemorar los 80 años de acaecido el bombardeo de Gernika, transcribimos un artículo publicado en Euskonews.


La destrucción de Gernika


José Miguel BARANDIARÁN AIERBE
Texto extraído de los Diarios de Don Jose Miguel de Barandiaran editados por la Fundación Jose Miguel de Barandiaran.
Jose Miguel de Barandiaran fue testigo cercano durante toda la guerra. A él le debemos la recogida de opiniones de tantas y tantas personas del sur de Euskal Herria sobre la guerra que estaban sufriendo. Algunas de ellas han sido publicadas, y otras están todavía por publicarse. Hoy traemos unos fragmentos que el propio don Jose Miguel de Barandiaran escribió en su diario. Fragmentos que hacen referencia a la situación de unos quinientos niños que mandaron al norte tras la caída de Bizkaia.
Jose Miguel de Barandiarek lekuko hurbila izan zen gerra osoan. Berari zor diogu, Hego Euskal Herriko hainbat eta hainbat pertsonari jasotako iritziak, pairatzen ari zen gerrari buruz. Horietako batzuk publikatu dira eta beste asko oraindik argitaratzeko daude. Gaurkoan On Jose Migelek berak bere egunerokoan idatzitako pasarte batzuk ekartzen ditugu. Hain zuzen ere, Bizkaiaren erorketaren ostean Iparraldera ateratako bost ehunen bat umeren egoerari dagozkio.
1937.
Junio
Jose Miguel de Barandiaran
Jose Miguel de Barandiaran.
Día 23.- Por todos los países del mundo se ha difundido la “escandalosa” carta pastoral del Dr. Gomá y la no menos escandalosa del Arzobispo de Burgos declarando excomulgados a los vascos que resisten al ejército de Franco: ambas llenas de inexactitudes, y claramente contrarias a las doctrinas anteriores de la misma Iglesia. Esta se ha callado, nada ha hecho por deshacer el error y la ha dejado que cundan la calumnia y la especie de que es la religión quien ha puesto las armas en las manos de los soldados de Franco y que, por lo tanto, al lanzarse éstos contra el pueblo vasco y destruírlo [sic], persiguieron un ideal religioso.
Día 24.- Me avisto con D. Pedro Menchaca que me habla de su reciente viaje a Roma en compañía de D. Agustín de Isusi. Díceme que ambos fueron portadores de un documento en que se daba cuenta de los horrorosos bombardeos de Guernica, Durango, etc. llevados a cabo por el ejército franquista “en nombre de la Iglesia” que el Cardenal Secreto de Estado no quería recibirlos; que a instancias reiteradas del Obispo de Vitoria, fueron al fin recibidos bajo estas condiciones: 1°. que no habían de tratar del asunto; 2° que no había de hacerse público (no había que darle ninguna publicidad) el hecho de haber sido recibidos. Es decir, que en Roma no quieren informarse de los descargos que quieran hacer los adversarios del bando de Franco, ni quieren recibir en audiencia a éstos o a quienes le vengan a llevarles mensaje que no favorezca a los rebeldes. Ahí no es Cristo, sino el hombre.
A la tarde voy, con D. Manuel de Inchausti (en cuya casa como) y el arquitecto Zabalo, a la Ciudadela de Donibane Garazi, donde se va a instalar hoy mismo una colonia de niños evacuados de Bilbao (cerca de 500). Allí me quedo, como capellán provisional, durante unos días. Hay en la ciudadela pabellones de gran capacidad, en número de seis, donde se han alojado todos. Han venido de capellanes Michelena y Azpiazu (Ignacio); de médico, Garate (Justo); de director, Amezaga (Vicente) y muchas maestras y personal de servicio. Además, el grupo artístico Elai-alai de Guernika. Duermo solo en uno de los pabellones, tendido en el suelo. Un centenar de personas duerme sobre el suelo. Los niños se han acostado dos y tres en cada cama.
Día 26.- Continúan las labores de organización. Pobres niños y pobres mujeres que ignoran el paradero de sus padres, de sus hermanos, o que recuerdan tristemente la trágica muerte de los suyos! Gentes que rememoran con lágrimas en los ojos los horrores que han presenciado: lluvia torrencial de bombas que, a su vista, han sembrado las calles, las carreteras, los senderos, los campos de miembros destrozados de niños, de mujeres, de campesinos que labraban sus tierras; que han derruido casas, iglesias, caseríos, y después los han incendiado. Cajones llenos de granadas de mano eran vaciados desde los aviones alemanes o franquistas, sobre el pueblo de Guernica, que en cuatro horas de bombardeo aéreo quedó reducido a escombros, donde las piedras, las tejas, los residuos de vigas humeantes mezclados con miembros de cuerpos humanos destrozados (2.000 personas) formaban un cuadro que superó a cuantos forjó la imaginación de Dante. Noche trágicamente lúgubre aquella que siguió al bombardeo de Guernica, en que la luz siniestra de los escombros que ardían, corrían alocadas las madres en busca de sus niños; lloraban errantes los niños, llamando inútilmente a sus madres que yacían en los rimeros llameantes.
Gernika, destruida, tras el bombardeo del 26 de abril de 1937
Gernika, destruida, tras el bombardeo del 26 de abril de 1937.
La invasión produce un caos de huídas, muertes y desplazamientos
 de toda índole que afecta profundamente la composición de la población.
El mismo cuadro se reprodujo en Munguía, en Durango y en Galdácano. Y esta guerra total, integral, ha sido renovada (en nombre de Cristo ahora) la primera vez, desde los tiempos del paganismo.
Y las gentes de Vizcaya, presas de terror, se han preguntado si tales inhumanidades podrían ser aprobadas por Cristo; si el Padre Santo consentiría en que el nombre de la religión fuese utilizado para perpetrar tantos crímenes. El Padre Santo era su última esperanza; y el Padre Santo, a quien veneraron siempre y en cuya tutela confiaron, nada dijo: el Padre Santo no tuvo una palabra de consuelo para tantos hijos atribulados, ni un reproche para tanto criminal. Y la gente empezó a creer que el Padre Santo no era padre ni era santo: esto fué [sic] la mayor desilusión de su vida: la religión cristiana aparecía ahora confortando, vigorizando el brazo de los asesinos e incendiarios que asolaban el país de los vascos.- Tal es la impresión que saco de cuanto me refieren estas mujeres y estos niños de caras demacradas por el dolor y por el largo calvario que han soportado en los meses de guerra que permanecieron en Vizcaya. El misereos super turbas lo dijo Cristo; pero el que la gente creía ser representante de Cristo no lo reproduce. Ante el crimen se calla: el que calla otorga. Esto parecen decir los desgraciados bastantes de la Vasconia destruida
Fuente : http://www.euskonews.com/0621zbk/gaia62104eu.html

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